domingo, 22 de noviembre de 2009

Fisiocracia e introducción a la sociedad del Antiguo Régimen

FISIOCRACIA

Corriente de pensamiento económico que se desarrolló en Francia en el s.XVIII, muy ligada a la Ilustración. Su organización interna tenía más de secta o grupo de presión que de escuela científica. Eran una escuela no sólo porque tuviesen una visión común en el seno de una ciencia conocida, sino porque creían qua habían inventado una nueva ciencia a la que llamaban filosofía económica o fisiocracia, distinta, con un lenguaje que sólo ellos entendían y aceptaban, y con unos métodos propios.

Características económicas:

Influencia en el liberalismo. El principio básico de los fisiócratas era el concepto de derecho natural (le droit natural), pues consideraban que era éste en última instancia regía el comportamiento económico y social. El derecho de los reyes y de los legisladores sólo resulta tolerable en la medida que es compatible con el derecho natural. La existencia y protección de la propiedad concuerdan con el derecho natural, lo mismo que la libertad de comprar y vender (libertad de comercio) y las disposiciones necesarias para asegurar la defensa del Reino. Por ello, decían que era mejor que las cosas funcionasen por sí solas, conforme a los motivos y restricción naturales, “laissez faire, laissez passer”.

La industria, el comercio y las finanzas como sectores estériles (los que no producen riqueza). La agricultura sería el sector prioritario, pues se pensaba que de un gramo, podría obtenerse cinco. La riqueza creada por la agricultura era lo que llamaban “produit net” o producto neto, el cual debía vivificar todo el cuerpo económico a partir de la circulación o de intercambios entre sectores, intercambios que se representaban en la Tableau Économique.
La estructura de clases de los fisiócratas guardaba estrecha relación con el concepto del produit net. En primer lugar, los terratenientes o propietarios, que presidían la producción agrícola de tal modo que sobre ellos recaían las responsabilidades sociales y políticas de la comunidad y del Estado. A continuación, la clase de los productores, cuyos miembros practicaban la ganadería y labraban la tierra; y sólo una vez que se les había pagado su remuneración el produit net pasaba a manos de los propietarios. Por último, estaban los mercaderes, manufactureros y artesanos, es decir, la clase improductiva.

Los principales autores son tres:

Francois Quesnay
(1694-1774), suponía que el ciclo productivo era de duración anual, y que el producto final de cada año era en parte consumido y en parte reinvertido para el año siguiente. Era la producción agrícola, la única capaz de producir un excedente sobre los costes de reposición y, la única fuente verdadera de riqueza.
Los agricultores formaban la clase productiva y las adscritas a las actividades industriales la clase estéril, porque el valor de su output se consideraba igual al valor total de los inputs.
Quesnay sacó dos consecuencias políticas. Por un lado, la capacidad natural del sistema económico para reproducirse y, para permanecer en equilibrio en tanto no se viera obstruido por la intervención de las autoridades políticas. Lo mejor que podían hacer las instituciones era no intervenir, así las mercancías irían por sí mismas adonde deberían ir para satisfacer la exigencia de reproducción del mecanismo social. Por otro lado, lleva a la autoridad central a eliminar todo aquel complejo e ineficaz aparato fiscal, que obstaculizaba la libre circulación de mercancías y la libre iniciativa privada, además de hacer la recaudación de los impuestos difícil y costosa; la solución era imponer un único impuesto sobre la tierra, que gravaría sobre el producto neto.

Jacques Turgot (1727-1781), en su obra Reflexiones, analiza las distintas formas de producción agrícola, subrayando el papel de los capitales en cada caso. Turgot supone desde el comienzo la división social existente entre propietarios de las tierras y los trabajadores de las mismas, conjuntamente con los artesanos (producción de bienes no indispensables). En la industria y el comercio aparecen los denominados “fermiers”, que son los “entrepreneurs” o capitalistas.
En el estudio de las distintas formas de capital, Turgot llega a una conclusión de la igualdad automática entre el ahorro y la inversión, ya que para él, el ahorro para no invertir era una actitud irracional. El tipo de interés se determina en el mercado de fondos, donde la demanda equivale a la inversión y la oferta al ahorro.

Samuel du Pont de Nemours (1738-1817), el cual, publicó algunas obras de Quesnay bajo el título de La Physiocratie. Según du Pont de Nemours, la fisiocracia es el orden natural al que es preciso conformarse para asegurar la felicidad colectiva.


Como conclusión, podemos decir que la homogeneidad de los planteamientos teóricos entre las distintas escuelas era muy escasa, así como, en el seno de cada una de ellas. El único tema que las unía, en sentido negativo, era la lucha contra la ortodoxia mercantilista y, consecuentemente, el intento de proporcionar un fundamento científico a la doctrina del laissez faire. Habrá que esperar a la síntesis smithiana, que llegará en 1776, para encontrar las condiciones que conducirán posteriormente, a la consolidación de una nueva ortodoxia a escala continental.


LA SOCIEDAD DEL ANTIGUO RÉGIMEN


* Características generales:
- Sociedad estamental, regida por los privilegios y la desigualdad, se podría dividir en tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano.
- Sociedad corporativa: familia, linajes, asociaciones profesionales… Es una sociedad comunitaria, en lugar de individualista, ya que tienen una gran importancia las redes sociales.
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BIBLIOGRAFÍA:
-John Kenneth Galbraith, Historia de la Economía, Ed. Ariel, Barcelona, 1998.
-Ernesto Screpanti y Stefano Zamagni, Panorama de Historia del pensamiento económico, Ed. Ariel, Barcelona, 1997.
-Lluis Argemi, Liberalismo mercantilista, un cuasi sistema, Ed. Sintesis, Madrid, 2004.

Memoria de grupo. (20/11/2009)

Esta semana Martín será el observador, sustituyendo a Sara en dicho encargo, la cual se ha dedicado esta semana a cumplir con su labor de observadora. Además, Martín será el encargado de subir la materia impartida en clase , así como de realizar la exposición del miercoles en clase.
En primer lugar, José Manuel ha leido a Federico Palomo, en cuyo artículo “«Disciplina christiana». Apuntes historiográficos en torno a la disciplina y el disciplinamiento social como categorías de la historia religiosa de la alta edad moderna” en Cuadernos de Historia Moderna (Instituto Universitario Europeo; Florencia, 1996), nos habla de la función de la Iglesia católica postridentina y su relación con los comportamientos de la sociedad moderna.

Frente a la tradicional historia política o de las instituciones, la historiografía más reciente ha preferido centrarse en factores humanos y sociales, considerados también esenciales para los cambios históricos, de la mano de autores como Oestreich o Prodi. El primero caracterizó en 1969 a la Edad Moderna como una etapa en la que se impuso en la población una disciplina social, es decir, unos modelos de comportamiento, gracias a diversos mecanismos activados desde las esferas más altas de la sociedad. La evolución de las formas de poder de los estados modernos ha sido, pues, influenciada por el disciplinamiento social, en el que se ha resaltado la relevancia indiscutible de las distintas confesiones occidentales (surgidas en el marco de la Reforma) en su control de la disciplina social y en su papel activo en el poder político de los siglos XVI y XVII. En este sentido, los alemanes Schilling y Reinhard han definido el término de confesionalización, destacando la similitud de las instituciones eclesiásticas de las distintas confesiones europeas, su labor difusora, la interiorización del disciplinamiento y el papel que jugaron las Iglesias en la construcción del Estado moderno. En definitiva, se ha querido ver en la Iglesia una dimensión más allá de la estrictamente religiosa (como bien ha seguido tratando la historiografía italiana).
Pensar en una institución eclesiástica que controlase y castigara las conciencias y los cuerpos durante dichos siglos nos lleva a recalar en la Inquisición. Sin desdeñar su labor, bien recogida por autores españoles y portugueses, es lícito destacar también la labor de las instituciones diocesanas en su función disciplinadora, de las que conocemos bastante menos. Es innegable que tras las directrices marcadas en Trento las diócesis se burocratizaron, esto es, aparecieron numerosos cargos (vicarios, arciprestes, provisores, tribunales) y otros muchos cambiaron sus atribuciones (sacerdotes profesionalizados) dentro de una red periférica que tenía el objetivo de que cualquier rincón del territorio de influencia de una confesión no escapara del control de un superior para poder así influir en los comportamientos y en la vida cotidiana de las gentes, tanto laicas como religiosas, conectando el centro (el rey o Roma) con la periferia (de las diócesis a las parroquias), como bien recogió Prodi. Una gran cantidad de mecanismos de muy variada naturaleza se pusieron en marcha con el objetivo de “conocer para gobernar”: las visitas diocesanas, que evidencian ámbitos de resistencia dentro de la fe católica; los registros parroquiales, interesantes en el campo demográfico pero también por el control de los sacramentos impuestos sobre la población; y el sacramento de la confesión, bien tratado por Delumeau (según él, respondía a la necesidad de tranquilizar un sentido de culpabilidad de la Iglesia, del que había sido su propio autor), Turrini o Prosperi (que recogen el hecho de que la confesión pasó de ser perseguidora de la heterodoxia a ser persuasiva, disciplinadora al fin y al cabo, en tanto que promovía la obediencia de los fieles al distinguir claramente entre el bien y el mal).
Otra faceta que no se puede marginar al hablar que Iglesia y disciplina es la educación. Numerosas fueron las obras de carácter didáctico que desde la sociedad de corte (según Elias) o ya desde la época medieval (según Romagnili, Pozzi o Knox) intentaron introducir en la sociedad un ideal de comportamiento cristiano basado en la santidad (los afectos, el trabajo, la autodisciplina o la eficiencia, conceptos típicamente postridentinos) o la modestia (según Knox, que regulaba hasta las formas de expresión). La educación cristiana en las escuelas de catecismo (analizadas por Turrini o Turchini) o colegios acabaron asociando la obediencia a la Iglesia a la sumisión al Estado. Se destaca también en esta labor educativa el papel de ciertas congregaciones religiosas en las que el papel predominante lo desempeñó la Compañía de Jesús, que gozó de una situación cercana al monopolio educativo europeo (al que dotó de una tradición escolástica y aristotélica) gracias a su relación directa con los grupos dirigentes de la sociedad moderna. Recientemente, diversos autores han tenido a bien en reseñar el papel de las misiones rurales de propagación de la fe y de la educación desempeñadas inicialmente por jesuitas y capuchinos a mediados del XVI, que han desplazado el marco de estudio de las mismas de un ámbito reducido y regional a otro bastante más general, muy ligado a las misiones evangelizadoras de las Indias. Autores como Prosperi han destacado el papel quasi teatral de dichas misiones, que intentaban involucrar a toda la población indígena a la vez que la pedagogía cristiana se adaptaba a las nuevas situaciones.

Por su parte, Ricardo García Cárcel, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona pronunció una conferencia en 1997 en el ciclo dedicado a Felipe II, príncipe en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. Bajo el título De la Reforma protestante a la Reforma católica. Reflexiones sobre una transición hace un recorrido por el pensamiento religioso durante la España del XVI. Solo tomaremos de momento las ideas iniciales de este trabajo, continuando con ellas la semana que viene.
García Cárcel comienza su artículo introduciendo un debate historiográfico bastante controvertido: ¿Contrarreforma o reforma católica? Frente al primer término, introducido por Saint Putter en 1776 con ciertas connotaciones negativas (fin de la libertad de expresión tras Trento, Iglesia más jerarquizada), Huberto Jedin inauguró una nueva filosofía en los años 30 del siglo XX desde Italia en la que se quiso liberar dicha malignidad, considerando más apto el término “Reforma católica” que “Contrarreforma”. Otros adelantan, especialmente dentro de la historiografía española, la verdadera Reforma católica, que comenzaría antes de la Reforma protestante, sobredimensionando el papel de autores cristianos como Erasmo o Cisneros (en el caso español), según los que la innovación sería posterior a la renovación. Prodi intentó resolver esta batalla terminológica diferenciando entre Reforma católica y Restauración católica dentro de la propia “Reforma católica”. Las críticas han procedido de aquellos autores que consideran, como de Maio, que los autores cristianos de finales del XV o inicios del XVI no podrían ser calificados de rupturistas, sino de conservadores concienciados de la necesidad del cambio pero en ningún caso apartados de la doctrina católica.
Aquí se instala todo el debate: parece ser que el término de Contrarreforma ha sido superado, pero no por todos los historiadores. ¿Cuáles son los límites de la restauración y de la reforma? ¿Se podría distinguir entre pre-reformistas-innovadores rupturistas (protestantes) y renovadores cristianos (la verdadera “Reforma”)? En cualquier caso, los cambios acontecidos dentro del seno de la Iglesia católica, sea cual sea su momento de ubicación antes o después de la reforma luterana, deberían alcanzar un justo medio entre los que ven en la Contrarreforma el fracaso de la libertad religiosa y los que adelantan la renovación a un periodo anterior a las tesis de Lutero, dando más importancia al contenido ideológico de los cambios o las rupturas que a los aspectos meramente cronológicos.
Francisco por su parte, ha leido de Marcel Bataillon, Erasmo y el erasmismo, de donde ha extrido la sieguiente información.El pensamiento religioso de Erasmo denunciado desde Elogio de la locura, como destructor de las tradiciones y de las disciplinas más respetables de la Iglesia católica se vio inmediatamente confundido de un modo sistemático con las herejías de Lucero y considerado por católicos extremistas como luteranismo en estado puro. Pero Erasmo a pesar de todo mantuvo más que nunca su pretensión de ser tratado como hijo ortodoxo de la Iglesia y buscó refugio en las altas autoridades.
Siguió escribiendo cobre ciertos temas cuestionados, pero son pasarse al cisma luterano, un ejemplo de ello, De interdicto esu carnium. Pero a mediada que pasan los años, según afirman algunos autores como Asensio, aflojó en su erasmismo.
Y por último, visión del clero con una función esencialmente pastoral.

El elogio al culto en espíritu con la desvalorización correlativa de las ceremonias, de las devociones rutinarias y sin alma, y el ritualismo de as observancias monásticas.
El evangelismo que tiene como contrapartida la desvalorización de la teoría escolástica. Destaca también como fenómenos erasmiano el auge de la enseñanza del griego. Además de una popularización del Evangelio en todas las lenguas vernáculas, pero de sus obras se extrae una intención de que de las Sagradas Escrituras se puedan extraer una serie de canciones que se popularicen no es del todo partidario de la popularización de las Sagradas Escrituras. No obstante, el ideal pastoral es un ideal también misionero.

Su obra fue denunciada como precursora y cómplice de Lutero, contra cuya herejía se movilizaban todas las fuerzas católicas adversas o cualquier revisión de las creencias y prácticas tradicionales o de la cultura universitaria en que se apoyaban. La actuación de la Inquisición española contra el erasmismo es inseparable de la defensa general del catolicismo contra el peligro protestante, esto no se puede observar como una estrategia de la Inquisición, pues el erasmismo contaba con el privilegio de que no se formulará ninguna condena sólida y formal contra él, debido que muchos jerarcas eclesiástico, entre los que se encuentran León X y varios papas más estuvieron a favor de una reforma de la cultura católica por lo que no es contradictoria la actuación de la Inquisición.
En España además es respaldado por el Emperador Calor V, que en una carta condena los ataques contra la persona de Erasmo.
En 1526 los religiosos atacan a Erasmo, acuden en defensa de la piedad tradicionalista amenazada por un peligro de mucha mayor amplitud que el representado por la diminuta secta de los alumbrados. Estos clérigos se dedican a expurgar las obras de Erasmo por lo que al Inquisidor General Manrique no le quedó otro remedio que someter el cuaderno de los clérigos donde habían recogido los errores de Erasmo a examen entre teólogos más influyentes del reino. Pero esta reunión quedó suspendida por una epidemia, pero de sus primeras conclusiones se extrae que no vieron grandes errores por lo que Erasmo no fue condenado.
Alba ha indagado en la vida de San Ignacio de Loyola. San Ignacio nació probablemente, en 1491, en el castillo de Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los Pirineos. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. Y no era menos ilustre el linaje de su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Iñigo (pues ése fue el nombre que recibió el santo en el bautismo) era el más joven de los ocho hijos y tres hijas de la noble pareja. Iñigo luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó abruptamente el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona. Después de que Iñigo fue herido, la guarnición española capituló.

Los franceses no abusaron de la victoria y enviaron al herido en una litera al castillo de Loyola (su hogar). Como los huesos de la pierna soldaron mal, los médicos consideraron necesario quebrarlos nuevamente. Iñigo se decidió a favor de la operación y la soportó estoicamente ya que anhelaba regresar a sus anteriores andanzas a todo costo. Pero, como consecuencia, tuvo un fuerte ataque de fiebre con tales complicaciones que los médicos pensaron que el enfermo moriría antes del amanecer de la fiesta de San Pedro y San Pablo. Sin embargo empezó a mejorar, aunque la convalecencia duró varios meses. No obstante la operación de la rodilla rota presentaba todavía una deformidad. Iñigo insistió en que los cirujanos cortasen la protuberancia y, pese a éstos le advirtieron que la operación sería muy dolorosa, no quiso que le atasen ni le sostuviesen y soportó la despiadada carnicería sin una queja. Para evitar que la pierna derecha se acortase demasiado, Iñigo permaneció varios días con ella estirada mediante unas pesas. Con tales métodos, nada tiene de extraño que haya quedado cojo para el resto de su vida.
Con el objeto de distraerse durante la convalecencia, Iñigo pidió algunos libros de caballería (aventuras de caballeros en la guerra), a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único que se encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de vidas de santos. Iñigo los comenzó a leer para pasar el tiempo, pero poco a poco empezó a interesarse tanto que pasaba días enteros dedicados a la lectura. Y se decía: "Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron". Inflamado por el fervor, se proponía ir en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y entrar como hermano lego a un convento de cartujos. Pero tales ideas eran intermitentes, pues su ansiedad de gloria y su amor por una dama, ocupaban todavía sus pensamientos. Sin embargo, cuando volvía a abrir el libro de la vida de los santos, comprendía la futilidad de la gloria mundana y presentía que sólo Dios podía satisfacer su corazón. Las fluctuaciones duraron algún tiempo. Ello permitió a Iñigo observar una diferencia: en tanto que los pensamientos que procedían de Dios le dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad, los pensamientos vanos le procuraban cierto deleite, pero no le dejaban sino amargura y vacío. Finalmente, Iñigo resolvió imitar a los santos y empezó por hacer toda penitencia corporal posible y llorar sus pecados.

Una noche, se le apareció la Madre de Dios, rodeada de luz y llevando en los brazos a Su Hijo. La visión consoló profundamente a Ignacio. Al terminar la convalecencia, hizo una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde determinó llevar vida de penitente. Su propósito era llegar a Tierra Santa y para ello debía embarcarse en Barcelona que está muy cerca de Montserrat. La ciudad se encontraba cerrada por miedo a la peste que azotaba la región. Así tuvo que esperar en el pueblecito de Manresa, no lejos de Barcelona y a tres leguas de Montserrat. El Señor tenía otros designios más urgentes para Ignacio en ese momento de su vida. Lo quería llevar a la profundidad de la entrega en oración y total pobreza. Se hospedó ahí, unas veces en el convento de los dominicos y otras en un hospicio de pobres. Para orar y hacer penitencia, se retiraba a una cueva de los alrededores. Así vivió durante casi un año.

"A fin de imitar a Cristo nuestro Señor y asemejarme a El, de verdad, cada vez más; quiero y escojo la pobreza con Cristo, pobre más que la riqueza; las humillaciones con Cristo humillado, más que los honores, y prefiero ser tenido por idiota y loco por Cristo, el primero que ha pasado por tal, antes que como sabio y prudente en este mundo". Se decidió a "escoger el Camino de Dios, en vez del camino del mundo"... hasta lograr alcanzar su santidad.

A las consolaciones de los primeros tiempos sucedió un período de aridez espiritual; ni la oración, ni la penitencia conseguían ahuyentar la sensación de vacío que encontraba en los sacramentos y la tristeza que le abrumaba. A ello se añadía una violenta tempestad de escrúpulos que le hacían creer que todo era pecado y le llevaron al borde de la desesperación. En esa época, Ignacio empezó a anotar algunas experiencias que iban a servirle para el libro de los "Ejercicios Espirituales". Finalmente, el santo salió de aquella noche oscura y el más profundo gozo espiritual sucedió a la tristeza. Aquella experiencia dio a Ignacio una habilidad singular para ayudar a los escrupulosos y un gran discernimiento en materia de dirección espiritual. Más tarde, confesó al P. Laínez que, en una hora de oración en Manresa, había aprendido más de lo que pudiesen haberle enseñado todos los maestros en las universidades. Sin embargo, al principio de su conversión, Ignacio estaba tan sugestionado por la mentalidad del mundo que, al oír a un moro blasfemar de la Santísima Virgen, se preguntó si su deber de caballero cristiano no consistía en dar muerte al blasfemo, y sólo la intervención de la Providencia le libró de cometer ese crimen.
En febrero de 1523, Ignacio por fin partió en peregrinación a Tierra Santa. Pidió limosna en el camino, se embarcó en Barcelona, pasó la Pascua en Roma, tomó otra nave en Venecia con rumbo a Chipre y de ahí se trasladó a Jaffa. Del puerto, a lomo de mula, se dirigió a Jerusalén, donde tenía el firme propósito de establecerse. Pero, al fin de su peregrinación por los Santos Lugares, el franciscano encargado de guardarlos le ordenó que abandonase Palestina, temeroso de que los mahometanos, enfurecidos por el proselitismo de Ignacio, le raptasen y pidiesen rescate por él. Por lo tanto, el joven renunció a su proyecto y obedeció, aunque no tenía la menor idea de lo que iba a hacer al regresar a Europa. Otra vez, la Divina Providencia tenía designios para esta alma tan generosa.

En 1524, llegó de nuevo a España, donde se dedicó a estudiar, pues "pensaba que eso le serviría para ayudar a las almas". Una piadosa dama de Barcelona, llamada Isabel Roser, le asistió mientras estudiaba la gramática latina en la escuela. Ignacio tenía entonces treinta y tres años, y no es difícil imaginar lo penoso que debe ser estudiar la gramática a esa edad. Al principio, Ignacio estaba tan absorto en Dios, que olvidaba todo lo demás; así, la conjugación del verbo latino "amare" se convertía en un simple pretexto para pensar: "Amo a Dios. Dios me ama". Sin embargo, el santo hizo ciertos progresos en el estudio, aunque seguía practicando las austeridades y dedicándose a la contemplación y soportaba con paciencia y buen humor las burlas de sus compañeros de escuela, que eran mucho más jóvenes que él.

Al cabo de dos años de estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología; pero la multiplicidad de materias no hizo más que confundirle, a pesar de que estudiaba noche y día. Se alojaba en un hospicio, vivía de limosna y vestía un áspero hábito gris. Además de estudiar, instruía a los niños, organizaba reuniones de personas espirituales en el hospicio y convertía a numerosos pecadores con sus reprensiones llenas de mansedumbre.
Había en España muchas desviaciones de la devoción. Como Ignacio carecía de los estudios y la autoridad para enseñar, fue acusado ante el vicario general del obispo, quien le tuvo prisionero durante cuarenta y dos días, hasta que, finalmente, absolvió de toda culpa a Ignacio y sus compañeros, pero les prohibió llevar un hábito particular y enseñar durante los tres años siguientes. Ignacio se trasladó entonces con sus compañeros a Salamanca. Pero pronto fue nuevamente acusado de introducir doctrinas peligrosas. Después de tres semanas de prisión, los inquisidores le declararon inocente. Ignacio consideraba la prisión, los sufrimientos y la ignominia como pruebas que Dios le mandaba para purificarle y santificarle. Cuando recuperó la libertad, resolvió abandonar España. En pleno invierno, hizo el viaje a París, a donde llegó en febrero de 1528.

Los dos primeros años los dedicó a perfeccionarse en el latín, por su cuenta. Durante el verano iba a Flandes y aun a Inglaterra a pedir limosna a los comerciantes españoles establecidos en esas regiones. Con esa ayuda y la de sus amigos de Barcelona, podía estudiar durante el año. Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana. Pero el maestro Peña juzgó que con aquellas prédicas impedía a sus compañeros estudiar y predispuso contra Ignacio al doctor Guvea, rector del colegio, quien condenó a Ignacio a ser azotado para desprestigiarle entre sus compañeros. Ignacio no temía al sufrimiento ni a la humillación, pero, con la idea de que el ignominioso castigo podía apartar del camino del bien a aquéllos a quienes había ganado, fue a ver al rector y le expuso modestamente las razones de su conducta. Guvea no respondió, pero tomó a Ignacio por la mano, le condujo al salón en que se hallaban reunidos todos los alumnos y le pidió públicamente perdón por haber prestado oídos, con ligereza, a los falsos rumores. En 1534, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París.
Y por último, Martín ha continuado leyendo sobre Historia de la Iglesia, en concreto sobre la cuarta sesión del concilio.La cuarta sesión del Concilio se produciría el 8 de abril de 1946, ante una amenaza militar luterana. Los temas tratados en dicha sesión son la Sagrada Escritura y la Tradición. Nachianti, obispo de Chioggia (dominico), fue el único que defendió las Escrituras como medio para la salvación, prescindiendo de la tradición. Además, se confirmó el “Decreto de la publicación de los Libros Santos”; se declaraba la Vulgata como edición auténtica de las Escrituras y reservaba únicamente a la Iglesia, el derecho de juzgar sobre el sentido de las Escrituras.

Al mismo tiempo, en el apartado político tiene lugar un hecho muy distintivo. Ante la amenaza luterana, tiene lugar la Dieta de Ratisbona, entre el 5 de febrero y el 20 de marzo, donde el emperador reúne a teólogos católicos y luteranos, sin resultado alguno. Todo hay que decirlo y, es que los teólogos luteranos eran de segunda fila, además, partieron antes de la llegada del propio emperador. Con este hecho el emperador es acusado de jugar a dos bandas, y en mi opinión, rompe con la idea monótona que tenemos de la política como algo totalmente religioso. Pues para mí es un ejemplo de cómo la política y la religión son aspectos distintos. Es indudable que todos los aspectos de la vida, política, sociedad, economía… están marcados por claros tintes religiosos, no obstante, creo que no podemos llegar a identificar dichos aspectos con la propia religión. Carlos V trataba así, atraer a todos los príncipes protestantes posibles a la causa, llegando a realizar concesiones, incluso en materia de fe. Como muestra de ello, está el duque de Sajonia, Mauricio, al cual se le promete un concilio general de todas las autoridades cristianas y, cuya autoridad sería reconocida por el Papa.

Estos acontecimientos ya eran comentados en su momento porque gente como Pablo Giovio, historiador y latinista, que escribía el 18 de febrero de 1546, a Cosme de Florencia lo siguiente “Jamás se llegará a la situación en que el emperador saque la espada contra los luteranos. Ello supondría una empresa demasiado peligrosa, que no está en consonancia con su prudencia. Carlos va a probar suerte en Ratisbona, con el fin de ganar a los reformadores a su causa, y, de este modo, asegurar su amistad y servirse de ellos contra Francia”.[1]

[1] A. Druffel, Karl V und die romische kurie, en “Absdundlungen der K. Akad. der Wissenschaften“, Münich, t. IV, 1891, pág. 533.

sábado, 21 de noviembre de 2009

LA PESTE UNO DE LOS JINETES DEL APOCALIPSIS

La peste es una enfermedad que afecta tanto a animales como a humanos, esta causada por la bacteria Yersinia pestis. A lo largo de la historia la peste se ha convertido en una enfermedad paradigmática por su gran capacidad de diseminación. Aunque no esta claro se estima que a lo largo de la historia han muerto más de doscientos millones de personas a causa de esta enfermedad. Había dos tipos de peste la bubónica o negra por la que salían bultos en las extremidades: normalmente en las axilas, cuello, ingles,etc. La fiebre y el dolor de cabeza también eran sus síntomas. El otro tipo de peste era la pulmonar que se difundía sobre todo en invierno. La principal forma de trasmisión era a través de la pulga que habitaba en las ratas, se podía trasmitir por su picadura o por la mordedura de un animal infectado o por comer un animal infectado. También se podía transmitir por el aire. El contagio causó un gran terror y en algunos casos las casas de los infectados fueron tapiadas y quemadas para que no se produjeran más contagios.
La primera referencia que tenemos sobre la peste es del siglo IV, aunque se cree que anteriormente ya existía, a esta primera gran pandemia se la denomina peste de Justiniano fue descrita por el historiador bizantino Procopius. El brote se originó en Pelusium cerca del actual Canal del Suez desde donde se extendió hasta Alejandría y posteriormente hasta Constantinopla en 542 y duraría hasta el año 700 aproximadamente. Desde el siglo VIII al XIV Europa estuvo libre de grandes pandemias. Pero entre 1346 y 1353 se produjo otra gran epidemia que culminó en 1348 y que procedía sin duda de la península de Crimea que estaba ocupada por distintas tribus de mongoles, fueron los tártaros en concreto, que tenían relaciones con genoveses y venecianos. En 1340 los tártaros se aliaron con los venecianos y se enfrentaron con lo genoveses que tuvieron que refugiarse en la ciudad de Kaffa mientras el sitio de la ciudad se produce entre los tártaros un brote de peste y los muertos son catapultados al interior de la ciudad, cuando se levanta el sitio de la ciudad los genoveses ya estaban infectados y al regresar a Italia van extendiendo la enfermedad en los puertos en los que recalan. En Mesina en Sicilia se les impidió entrar pero algunas ratas se bajaron del barco y extendieron la enfermedad. Pronto se extenderá por el sur de Italia y más tarde al norte pasando a Francia y a la península Ibérica. Fue tan grande el número de muertos que el papa Clemente VI consagró el río Ródano para que se pudieran echar allí los cadáveres que no podían ser enterrados. En 1348 la peste atravesó el canal de la Mancha y llega a Inglaterra, un año después llegó a Noruega extendiéndose por toda Escandinavia, luego a Alemania y a Polonia y en 1351 llega a Rusia. Pero las consecuencias de la peste negra se mantuvieron hasta el siglo XV debido a otras epidemias y a su persistencia en la zona del mediterráneo uno de los episodios más tristes se produjo en 1466 en Constantinopla donde morían 600 personas al día y en 1478 en Venecia. En la península Ibérica tuvieron lugar grandes epidemias: en el Reino de Aragón destaca la peste que se produjo en la zona de Cataluña entre 1589-1592 y en la Corona de Castilla que se produjo entre 1598 y 1602 se extendió desde Santarder hasta Andalucía. Otra epidemia se produjo de 1647 a 1652 afectó a la zona de Aragón, Murcia y Andalucía y la de 1676 a 1685 que paró durante un tiempo pero volvió a reproducirse debido a los malos años agrícolas. En el siglo XVII aunque causó muchos estragos como es el caso de Londres en 1665 o Lyon en 1628 la peste fue reduciendo su virulencia en la zona europea. Aunque seguía existiendo todavía una gran impotencia por parte de la medicina si se habían producido algunos avances, en 1737 se produjo la última epidemia de peste en Europa que fue en Rusia. Después de estas fechas la peste tuvo tendencia a concentrarse en la zona de Siria, Egipto y Arabia. En el siglo XIX el mediterráneo oriental y meridional seguía vulnerable, pero tuvo tendencia a concentrarse en Asía donde se produjo la tercera gran pandemia en 1855 que se originó en China afectando también a la India.
La peste en Europa durante toda su duración tuvo grades repercusiones sociales que van a ocasionar la desaparición del feudalismo a largo plazo, también va influir en la literatura como es el caso de Boccacio que escribe su obra Decameron donde cuenta, una serie de historias por boca de unos jóvenes y unas doncellas que están reunidos y cuentan historias para pasar el tiempo mientras se refugian de la peste, en la literatura española también encontramos estas influencias en la obra de Jorge Manrique en concreto en Las coplas a la muerte de mi padre, donde aparece el tema de la muerte con un poder igualador entre clases y edades, fruto de la extensión de las epidemias. También influirá en el arte con el surgimiento de las representaciones de la llamada danza de la muerte en la que aparecen personajes de todas las condiciones y edades que son llevados danzando por la muerte, estas representaciones surgen en la Edad Media y se van a representar en las iglesias, en códices,...Esta gran pandemia también va influir en la religión pues en aquella época de predominio omnipotente de la religión sobre la sociedad las personas se acogían a determinados santos o advocaciones para intentar protegerse de la peste. Los santos protectores de la peste por excelencia van a ser San Roque y San Sebastián. En la actualidad en muchos pueblos y ciudades se conservan ermitas, capillas o altares dedicados a estos santos que protegieron a esa localidad de la peste. Un ejemplo de ello lo encontramos en Santa Cruz de la Zarza que es mi pueblo natal, a las afueras del pueblo encontramos varias ermitas que parecen proteger los caminos y entradas principales al pueblo, algunas ya han desaparecido pero otras aún perviven y tienen su origen en estos “votos” o promesas de la villa a los santos o a la Virgen María. Una de las que no se conservan y que se encontraba cercana a la Cañada Real Soriana (una de las principales vías de comunicación de la época) y a una de las puertas del pueblo, era la ermita de San Roque que en la actualidad ha desaparecido y sólo queda como prueba una pequeña talla del santo en una ermita cercana y el nombre del paraje donde se encontraba la ermita. Otra de estas ermitas “protectoras” es la de los Remedios que se encuentra también junto a uno de los caminos principales de acceso al pueblo y tiene su origen en época visigoda, según la leyenda la Virgen María se apareció en la fuente del pueblo y bendijo sus aguas para que todo el mundo que bebiera de ellas se curará de una enfermedad llamada “mal del fuego” y que según los síntomas que cuenta la leyenda se parecía mucho a la peste negra. La otra ermita que creo que podía corresponder a una de estas promesas era la de San Sebastián que no esta claro si en la actualidad esta derruida o dedicada a San Antonio. El caso es que esta ermita se encontraría en el actual emplazamiento de la ermita de san Antonio o en sus cercanías pero el caso es que se encuentra junto al camino de Ocaña o camino del Villar. Que une Santa Cruz de la Zarza con la villa de Ocaña y en aquellos años debía ser muy transitado por lo que era una de las principales vías por donde entraban las enfermedades, la ermita de San Sebastián debió tener cierta importancia e incluso se impuso este santo como patrón de Santa Cruz pero debió de ser durante un corto tiempo, después el santo y su ermita fueron olvidados. También se tienen datos sobre lo que se hacía con los viajeros antes de llegar al pueblo, como el recinto del pueblo estaba amurallado cuando había una epidemia las puertas se cerraban sin dejar ni entrar ni salir a ninguna persona y los viajeros que llegaban eran llevados a una aldea llamada Villar del Sauco, que pertenecía al término de Santa Cruz y que se encontraba despoblada allí debían pasar la cuarentena. En la actualidad de esa aldea sólo queda su iglesia pero quedan referencias en los archivos municipales sobre este proceso.
La palabra peste no sólo ha sido utilizada para designar a esta enfermedad sino a otras enfermedades epidémicas que provocaban el pánico colectivo y una fuerte mortalidad. Con esta palabra vienen designadas en el archivo municipal de Santa Cruz de la Zarza, una serie de epidemias que se produjeron el siglo XIX y que en realidad correspondían a una epidemia del cólera morbo. En estas informaciones viene registrada la lista de muertos y de cada uno pone su nombre, apellidos, edad, domicilio, lugar del fallecimiento, trabajo, etc. Además dice lo que debía hacerse en caso de que en una casa hubiera algún infectado se debía sacar una silla a la puerta en señal de que allí había un enfermo. Las familias más pudientes o que al menos contaban con un trozo de tierra, solían huir al campo a los llamados “montes” que eran verdaderas mansiones en el campo que tenían grandes comodidades y contaban con alojamiento para la familia y sus criados, además solían tener buen aprovisionamiento de alimentos debido a que estaban rodeados de ganados y campos de cultivo que eran de su propiedad.
La peste comenzó a remitir teniendo como causa principal de la mejora de la higiene y también por el avance de la medicina racional.

Bibliografía utilizada:
  • La enciclopedia Larousse 2000.
  • Archivo Municipal de Santa Cruz de la Zarza.
  • Algunos folletos publicados por: "Amigos del Museo Etnológico de Santa Cruz de la Zarza" y de la Biblioteca de Joaquín Arias de Santa Cruz de la Zarza.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

En la reunión de esta semana hemos reunido la siguiente información.

Francisco Serrano.
Erasmo de Rotterdam. Nació en Geert Geerstee en 1466 o 1469. A partir de 1490 es ordenado sacerdote, después estudió en la universidad de Paris, donde el Renacimiento actuaba con gran fuerza.
Viajó a Londres entre 1499 y 1500, allí conoció a John Colet que marcó profundamente su forma de pensar. Empezó a dietar una cátedra como profesor titular de Teología en la universidad de Cambridge en Inglaterra donde conoció a santo Tomás Moro, John Colet y Linacre.
1506-1509. Viaje a Italia donde trabajo en una imprenta declinando otros puestos de mayor importancia, sus ideas pronto se extendieron por toda Italia.
Durante su enseñanza pierde el cariño a la Iglesia Católica y además adquiere un rechazo contra cualquier autoridad.
Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido mal interpretadas con frecuencia. Erasmo estaba de acuerdo con la doctrina católica y con la forma organización de la Iglesia los que le molestaban eran otras situaciones. El quería utilizar su formación universitaria y su capacidad de transmitir ideas para aclarar las doctrinas católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Se creyó en la obligación de liberar a la Iglesia de la parálisis a la que estaba sometida.
Enchiriridion Militis Christiani (Manual del Soldado Cristiano”)
Fue su primera obra de imprenta fue en 1503.
En 1516 pública una nueva edición del Antiguo Testamento, después de esto escribe Paráfrisis del Nuevo Testamento, pone al alcance que sepa leer los contenidos de los Evangelios.
Pero estas publicaciones le pondrían en un aprieto cuando Lutero declaró que la Biblia Traducida y Erasmo le habían abierto un nuevo horizonte. Pero Erasmo se negó a tomar partido tanto en el bando católico como en el protestante. Dijo que sus ataques nunca se habían dirigido contra la Iglesia Católica sino contra los que vendían el paraíso y cometían simonía.
El humanismo Cristiano
En tiempos de los Reyes Católicos destacan: el Cardenal Jiménez de Cisneros y el Cardenal Mendoza. Los dos tuvieron gran importancia en la corte. Reforma del clero secular y regular.
Secular: homilía, dominical y confesión frecuente.
Regular: observancia estricta, especialmente en las órdenes mendicantes.
Declaró la guerra a la ignorancia religiosa.
Mendoza escribió un catecismo para promover el conocimiento religioso.
Se fundaron numerosos colegios y universidades. Como la universidad de Alcalá fundada por Cisneros. En ella se creo una cátedra de filosofía tomista, otra de teología escotista y las cátedras de hebreo y griego. Para su fundación Cisneros llamó a estudiosos de Salamanca y Paris, incluso a Erasmo para crear un texto fiel al de la Sagrada Escritura:
Traducción de la Sagrada Escritura, “La Vulgata”
De acuerdo por sus directrices fue llamado La poliglota Complutense.
Primero se edito el texto del Nuevo Testamento y luego también se edito el texto del Antiguo Testamento. Estos textos no vieron la luz hasta después de su muerte.
También se pensaba editar a Aristóteles en griego y en latín.
Cisneros fue considerado el gran mecenas del humanismo cristiano en España. EN sus trabajos tiene mucha importancia Nebrija. Tras la muerte de Fernando el Católico, Cisneros asumió la regencia de Castilla. Se negó a que se predicase en España la indulgencia para la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma que luego en Alemania ocasionaría la protesta luterana. Murió en Roa cuando iba a recibir a Carlos V. De su personalidad destaca su carácter humilde pues aunque llevaba ricas ropas siempre debajo guardaba el hábito franciscano.
Lucha para impedir los abusos que los católicos hacían de las ideas cristianas pero no para impedir las ideas mismas.
Los últimos años de su vida los pasos acosados tanto por católicos como por protestantes. Sus últimas obras son “Eclesiastés” y “Preparación para la muerte”

Martín
El Concilio de Trento podría dividirse en tres etapas, la primera de ellas durante el papado de Pablo III (1545- 1549); la segunda, durante la época de Julio III (1551- 1552); y por último, el papado de Pío (1562-1563).

La primera de las sesiones estaría integrada por los tres cardenales legados (del Monte, Marcelo Cervini y, Reginaldo Pole); el cardenal Madruzo, obispo de Trento; cuatro arzobispos (un francés entre ellos, Antonio Filholi de Aiz-en- Provence) y veintiún obispos (sólo un francés, Claudio de la Guische, obispo de Agde). Además de cinco generales de órdenes, un auditor de la Rota, el promotor del Concilio, Servelori; cuarenta y dos teólogos menores (dominicos, frailes menores, conventuales, agustinos, carmelitas, servitas); y ocho doctores seculares en derecho canónico y civil y, siete nobles y barones.

El 29 de diciembre de 1545, del Monte hizo que se decidieran dos cosas, por un lado, solamente los obispos y generales de órdenes tendrían voto deliberativo, y por otro lado, los tres abades mitrados presentes en el Concilio, tendrían un voto colectivo como representantes colectivos (4 de enero).
Angel Massarelli sería nombrado secretario general del Concilio, que hasta entonces había sido secretario privado del cardenal Cervini.

En un principio en el Concilio habría dos clases de reuniones, las “congregaciones generales”, cuyo fin era el estudio de las cuestiones; y las “sesiones solemnes”, es decir, la votación de las mismas cuestiones. Y a partir del 10 de mayo de 1546, el plan de trabajo estaba formado primeramente, por una discusión de los temas propuestos por los legados, en “congregaciones particulares”, entre teólogos y canonistas menores, y en presencia de los Padres; en segundo lugar, habría una nueva discusión en una “congregación general” entre los propios Padres; y por último, se produciría la definición en una “sesión solemne”.

Los temas a tratar en el Concilio llevaron al enfrentamiento de las dos figuras de la cristiandad de la época, el Papa y el Emperador, se producía así una disputa entre el dogma y la disciplina, doctrina y derecho canónico, reforma teológica y reforma moral… Todo ello se verá reflejado el 22 de enero con unas declaraciones del obispo de Feltre, Tomás Campeggio, “Uno no sabría decir si las malas costumbres y los abusos proceden de una mala doctrina o, ala inversa, es la mala doctrina la que procede de las costumbres disolutas”.
Finalmente, el Papa aceptará la decisión del 22 de enero, referente al orden de materias del Concilio, siempre y cuando las cuestiones concernientes a la fe adquieran siempre prioridad absoluta.

Alba Prieto.
La Compañía de Jesús es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica fundada por San Ignacio de Loyola en 1540 (aprobada por el Papa Paulo III). San Ignacio fundó este instituto en París, junto con otros compañeros, y legó a la Iglesia una herramienta fundamental: los Ejercicios Espirituales. No en vano, en 1922, el Papa Pío XI nombró a San Ignacio de Loyola patrono oficial de los Ejercicios Espirituales.
Los jesuitas.
El protestantismo obligó a la Iglesia Católica a que definiera nuevamente su teología, a que se reorganizara como iglesia y a que evaluara de nuevo sus métodos de acción. Los jesuitas, fruto del catolicismo español, fueron el instrumento más activo en la Contrarreforma. Los católicos habían desarrollado un tremendo fanatismo religioso y patriótico en su lucha contra los moros. En el siglo XVI España se había convertido en la nación más importante del mundo, y la realeza española procuraba establecer su absolutismo en política y en religión.
Ignacio de Loyola (1491-1556) fue especial y eficazmente activo en la prosecución de esta última meta. El fundador de la orden de los jesuitas comenzó como soldado. Fue herido en 1521 en la batalla de Pamplona, abandonó la carrera militar, decidió convertirse en un soldado consagrado al papa y especializarse en la eliminación de los enemigos de la iglesia.
Después de experimentar la angustia de luchas internas, ofreció sus servicios al papa para propagar la fe católica y reprimir la herejía. Fundó la Compañía de Jesús en Montmartre, París, en 1534. Esto fue aprobado por el papa Pablo III, en 1540, mediante la bula Regimini militantis Ecclesiae. Los jesuitas pronuncian los votos monásticos acostumbrados, y además hacen un voto particular de obediencia al papa. La orden fue fundada sobre el principio de una completa renuncia al juicio individual y la aceptación de una disciplina militar. Loyola escribió un tratado, Ejercicios espirituales, en el que indica cómo la voluntad del individuo puede y debe someterse y cómo cada persona debería someterse completamente a la voluntad de su superior, el cual personifica a Cristo.
Este principio se opone a la idea protestante de que el individuo sólo debe obedecer a su conciencia iluminada por las Escrituras, que son la autoridad suprema en materia de fe.
Los jesuitas pudieron restaurar la confianza de los católicos alemanes. Se infiltraban en las escuelas y tomaban la iniciativa en todas las empresas importantes. También influían en los estadistas mediante un oportunismo maquiavélico y fomentaban la idea de la reserva mental. Deben ser considerados como instigadores de muchas acciones contra los protestantes, como la matanza de San Bartolomé y también las grandes crisis de Alemania que culminaron con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Los jesuitas demostraron ser una milicia que hizo posible que la Iglesia aplicara sus métodos de autoridad absoluta y centralizada todo su poder en el papado.

Sara Martínez.
El movimiento de reforma católica fue intensificado tras el protestantismo y organizado por el concilio de Trento, gracias a los pontífices romanos que siguieron al concilio son San Pío V, Gregorio XIII y Sixto V.
San Pío V (1566-1572). Era conocido por su ascetismo y su celo por la fe católica frente a las nuevas corrientes ideológicas, según lo había dado a conocer con su labor inquisitorial.
Decidió poner en practica la reforma tridentina empezando por si mismo dando el más vivo ejemplo de austeridad y espíritu religioso. Desterró por completo el nepotismo, dejando a sus parientes en el estado sencillo en el que se encontraban, y solo consintió la elevación del cardenalato a uno de sus nepotes.
Desde el principio tuvo cuidado por los pobres, entre los cuales distribuyo las gruesas sumas que los otros papas derrochaban en banquetes. También inició grandes obras públicas para mantener ocupados a los trabajadores y mejorar las condiciones de la basílica de San Pedro y se repararon los acueductos de la fuente de Trevi.
Pero donde más empeño puso fue en el mejoramiento espiritual en la reforma de las costumbres. Intento reprimir la usura, con lo que acabo relegando a los judíos a ghettos y estableció montes de piedad.
Con el nombramiento de nuevos cardenales y obispos que destacaban por sus cualidades morales inició un cambió benéfico, pues algunos cardenales y prelados se consideraban príncipes y no reformadores religiosos.
Otras disposiciones fueron el urgir la residencia de prelados, en segundo lugar restringir en los cardenales el derecho de enmiendas de iglesias, monasterios y prebendas, y en príncipes, el de presentación de prelaturas. En tercer lugar y con la oposición de muchos la publicación de una bula en la que renovaban todas las censuras reservadas a la Santa Sede.
Su acción contra el protestantismo supuso un dique de contención. En Alemania consiguió en la dieta de Augsburgo de 1566 fueran admitidos oficialmente los decretos tridentinos, obtuvo un franco predominio en la región bávara, que fue en adelante el mejor sostén en la restauración católica.
Mientras en España e Italia se sirvió del instrumento inquisitorial con grandes éxitos, pues acabo con los focos del protestantismo en el norte de Italia y en la Península Ibérica gracias al apoyo de los príncipes.
El punto más brillante es su lucha contra los turcos, la cual le dio la victoria de Lepanto gracias a la unión de la Santa Liga formada por el papa, Venecia y España.
Gregorio XIII (1572-1585). Para continuar con la labor de su antecesor se rodeo de hombres eminentes en virtud y letras, se apoyo en la Compañía de Jesús, selecciono cuidadosamente los prelados que colocaba al frente de las diócesis. Estableció colegios en Roma y Alemania para que formaran destacados obispos, arzobispos, cardenales e incluso un papa. Gregorio también intento formar la Santa Liga sin embargo no tuvo éxito. De hecho Gregorio se dedico a fortalecer las comunidades cristianas en los países donde no se le permitió volver a instaurar el catolicismo, también intento realizar una cruzada contra los turcos pero no consiguió el apoyo de los príncipes, lo cual le volvió a suceder al intentar luchar contra Isabel de Inglaterra. Por último mando una embajada a Rusia y aunque al principio parecía muy prometedor no consiguió nada.
Donde tuvo un éxito claro fue en la reforma interna de las antiguas órdenes religiosas renovadas y rejuvenecidazas trabajaban incansablemente en la reforma eclesiástica. La misma renovación científica se advertía en las universidades y otros centros de estudio.
Sixto V (1585-1590). Su obra tiene tres aspectos fundamentales: el restablecimiento del orden y de la situación económica de los Estados pontificios, la reforma católica conforme a los decretos tridentinos y la defensa de la fe contra los enemigos que la amenazaban. En cuestión de poco tiempo persiguió a maleantes y bandidos, tomo medidas económicas eficaces y creo un nuevo tesoro para casos de extrema necesidad.
Introdujo una nueva reglamentación en el colegio cardenalicio, fijó en setenta el número de cardenales y dio disposiciones para impedir la entrada de miembros indignos y estableció quince congregaciones de cardenales para el despacho de los diversos asuntos de la curia.
En la Política Sixto se decanto a centrarse en Inglaterra, España y Francia. Intento mantener una política de equilibrio entre Francia y España por este motivo al principio apoyo a España aunque posteriormente celoso del poder y la dirección que estaba Tomando Felipe II apoyo a Enrique de Navarra, cuya conversión al catolicismo favoreció y preparó. Con lo que respecta a Inglaterra intentaba restablecer el catolicismo pero al ver que la reina Isabel no se iba a convertir al catolicismo apoyo a la invasión de Felipe II, aunque finalmente siguió una política indecisa.
En su lucha de la fe hay que mencionar que en el centro de Europa las fuerzas católicas habían logrado extraordinarios triunfos, este periodo de avance positivo se mantuvo hasta la paz de Westfalia en 1648.
A continuación tenemos el temario que hemos estado tratando los días 12 y 13 del mes de noviembre. Comienzo en el punto en el que terminó mi compañero José.

Comercio entre Castilla y América: para los intercambios comerciales los Reyes católicos fundaron la Casa de Contratación de Sevilla (1503), es un sistema de monopolio (todo el comercio pasa por Sevilla, sin embargo puede haber participantes externas, como la de los genoveses), es una institución jerarquizada de Castilla, es decir, Aragón no tenía derecho a tener comercio directo con Castilla.
El rasgo dominante en el comercio de esta época es la lentitud y el coste de los transportes.
Tenemos que destacar la creación de la Carrera de Indias (desde Felipe II), consiste en un sistema de transporte transoceánico, formado por una flota de barcos mercantes escoltados por barcos preparados para rechazar a los piratas que intentaban apoderarse del oro y los productos que llevaban abordo los barcos. Esta flota hacía su recorrido dos veces al año, totalmente regulada que funcionaba bastante bien. Aunque lógicamente aparecieron problemas como los ataques de piratas que se intentaron rechazar con barcos armados y el contrabando, el contrabando era realizado por los barcos armados, en lugar de llevar armas llevaban mercancías en las bodegas. Otra irregularidad era los fraudes con la plata.
América-Filipinas: galeón de Manilia. Era la ruta de comercio desde Acapulco a Manila. Une Oriente con Europa.

La economía en la Edad Moderna. Banca, crédito y finanzas.
En este momento aumenta el stock monetario gracias al metal traído de América. Las monedas de este momento se caracterizan por tener valor intrínseco y extrínseco, es decir, que aunque las autoridades den un valor determinado a la moneda también tiene valor por su material, la cantidad de este y su calidad. En muchas crisis económicas se ha devaluado el valor de la moneda haciendo que el material del que esta hecho se mezcle con otros metales de menor valor.
En el siglo XVI tiene lugar un crecimiento de las acuñaciones monetarias, una extensión de la circulación en especies y una lenta depreciación de la moneda de cuenta expresada en peso de metal precioso. Los esfuerzos de estabilización fracasan, excepto en la Inglaterra de Isabel.
Una importante innovación del siglo XVII fue la expansión de la banca, se funda en 1609 el Banco de Cambio de Ámsterdam que fue administrado bajo el control municipal, fue el primer banco público de la Europa septentrional.
La calidad de la plata traída de las colonias era notablemente mejor que la que había en Europa por ello los mercaderes de otros país la reclamaban, al no estar mezclada con otros metales, su calidad era mejor. En los demás países europeos no había plata de buena calidad, los comerciantes la compraban aquí y la llevaban a otros países donde valía más. La plata se expande por Europa gracias a la carta de cambio.
El crédito, es un reconocimiento de deuda con compromiso de pago, adquiere su importancia gracias a la sociedad, no se crea para conseguir más dinero sino por ayuda, además aumento los lazos de comercio entre las personas de la época, esto creo nuevas redes de comercio y la creación de ferias y centros financieros, destacan Ambéres en el s. XVI y Ámsterdam en el s. XVII. Se crean los créditos de endeudamiento, son pedidos por la realeza, la nobleza, las ciudades, los artesanos, los campesinos, etc. Las ciudades es un caso particular generalmente se endeudaban para poder conseguir privilegios.
Proliferan las letras de cambio, se trata de una operación de préstamo a fecha fija, acompañada del cambio de la suma debida a otra moneda, a una cotización fija de antemano. Supone un nuevo paso en la economía, el dinero se mueve sin tener que hacerlo físicamente. Esto supone más dinamismo en el mundo económico y necesariamente un cambio de moneda. El librador podía endosar la letra de cambió a otra entidad o individuo que podían pagar sus actividades con esa misma letra. Las letras de cambio son negociables, pero la práctica del aval o del endosamiento a favor de un tercero no aparece hasta finales del siglo XVI.
Son estructuras plenamente capitalistas que se desarrollaron ampliamente en la E. Moderna.
Emisión de títulos de deuda pública:
Flotante:
Consolidada: títulos(obligaciones, bonos)
Desarrollo de instituciones bancarias: bancas nominales (familiares: Génova, Florencia, Venecia). Se crean bancos centrales a finales del s. XVII en Gran Bretaña, posteriormente en los Países Bajos y Alemania.
Evolución de la economía.
Para comprenderla mejor hay que dividirla en siglos.
En el siglo XVI aparecen nuevos instrumentos financieros. Aumenta el comercio y la industria. Aparecen ferias y mercados. Aumentan los préstamos bancarios.
Durante el siglo XVII tenemos una época de crisis económica, demográfica…
Tenemos distintas interpretaciones de porque se de la crisis. También existen autores que opinan que no hay crisis sino que es un reajuste y de cómo se podría salir de él.
Cuando comienza la E. Contemporánea hay un predominio de la agricultura en la cual se producen trastornos demográficos los cuales hacen que descienda la producción. Al haber una escasez de productos el precio de estos se dispara. La subida de los alimentos repercute en la ciudad y el campo, se organizan revueltas sociales por las deficiencias alimenticias que traen consigo la muerte.
Hay que mencionar que en este momento aparecen nuevos cultivos, se desarrolla la industria de lujo (muebles, encajes, joyas, sedas, relojes…), construcción naval, fábricas de porcelana, etc.
Finalmente durante el siglo XVIII vuelve la expansión económica y demográfica, aumenta el comercio y con el tráfico transoceánico. En la agricultura se mantienen las mismas estructuras pero con grandes avances. Se da una agricultura pensada para el comercio se aumenta la producción buscando el beneficio y el rendimiento.
Se utilizan más tierras para el cultivo, las zonas comunes. Proliferan tratados sobre todo en Francia, Alemania e Inglaterra.
En la industria tenemos la tradición manufacturera, predomina la construcción la textil (algodón), metalurgia y minas.
Durante la primera revolución industrial destaca la extracción y utilización de carbón como fuente de energía. En la primera revolución industrial francesa aparecen máquinas para tejer.
Comercio y finanzas. Se desarrolla principalmente el comercio oceánico, hay una clara superioridad inglesa, se produce una revolución financiera en Gran Bretaña, tras la revuelta política de 1688 cambia la forma de ver las deudas, que serán manipuladas por el Estado. La monarquía parlamentaria va a influir en todas las facetas de la vida política, social, incluso en la fiscal. Se busca la consolidación a través del apoyo y la garantía del Parlamento, obligatoriedad del pago, respeto por las condiciones firmadas, se desarrolla un mercado secundario (venta del bono, manera de inversión). Como consecuencia obtuvieron una enorme captación del capital, lo que les dio la supremacía. Consiguieron la estabilidad política consiguiendo el interés para todo y confianza para invertir en industria.

Doctrinas económicas.
Mercantilismo. Riqueza de un país por su posesión de oro y plata. Se realizan escritos de economía y de política económica que se da en Europa entre mediados del s. XVI y las décadas centrales del s. XVII, anteriormente predominaba la escolástica, también hay que mencionar la intervención del Estado para controlar todos los aspectos de la vida económica. La legislación pretende:
Mediar en el desarrollo económico, aumentando la riqueza y el poder de las élites.
Acrecentar el nivel de ingresos (fiscales o no) que fluye hacía el Estado desde todos los sectores para sostener el creciente gasto militar y suntuario.
Se desarrollan los siguientes proyectos mercantilismos:
Trato de favor a la producción del propio país. Tendencia al proteccionismo y a la autarquía. Desde el mundo político surgen proteccionistas que intentan sustituir las importaciones mediante la imposición de impuestos.
Desde mitad del s. XVII el Estado fomenta las empresas manufactureras.
Se lucha por mantener el monopolio comercial.
Características básicas.
Se mide la riqueza por el oro y la plata
Poblacionismo: creencia de que un país es más rico cuanto mayor es su población.
Los países con escasez de minas tienden a fomentar la industria y el comercio.
Balanza comercial favorable, basada en la consecución de ventajas absolutas. Cuanto menos se dependa del exterior mejor.El fin último es fortalecer el Estado.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Memoria de grupo. Reunión del viernes 6 de noviembre

Esta semana, José Manuel ha realizado una lectura del libro de Heinrich Lutz Reforma y contrarreforma (Alianza Editorial, 2009).
Este libro realiza, siguiendo una claridad y precisión expositivas reseñables, pero no por ello obviando aspectos que puedan resultar necesarios para la correcta comprensión del texto, una magnífica descripción de los principales acontecimientos históricos acaecidos entre los siglos XVI y mitad del XVII, para luego realizar un análisis pormenorizado de la evolución y el estado actual de la investigación de todos aquellos temas que puedan estar relacionados con la historia de ambos siglos: economía, sociedad, religión, política, etc.
Ciñéndonos estrictamente a los asuntos concernientes a la Contrarreforma, las dos ideas principales que se han podido extraer del libro son las siguientes: la definitiva celebración del Concilio de Trento responde a una antigua petición por parte de un humanismo cristiano reformista que se había retrasado en el tiempo por numerosas vicisitudes políticas convenientes y diversas (Reforma cristiana versus Reforma luterana) y el fracaso final de la monarquía universal del Imperio español, verdadera potencia hegemónica del siglo XVI (que cede finalmente su liderazgo a Francia), en su intento por imponer el ideal católico reformado tridentino, que se asocia irremediablemente al poder regio, en la Europa central y septentrional, región donde los calvinistas, luteranos, anabaptistas, zwinglianistas… no hacían sino acrecentar su influencia.
Ya en tiempos del papa holandés Adriano VI (1522-1523) su nuncio dictaminó que hacía tiempo que la Iglesia se había desviado del camino del derecho. Pero su pronta muerte y la sucesión de Clemente VII (1523-1534) dejaron estas intenciones rupturistas reducidas a meras intervenciones puntuales de la diplomacia. El panorama pareció cambiar con Alejandro Farnesio, Paulo III (1534-1549), sensible ante las rupturas luteranas y calvinistas contra las que proponía reformas internas para reforzar la autoridad moral y política perdida (de hecho, bajo su mandato comienzan las primeras sesiones del Concilio). Es en estos momentos cuando en la todopoderosa Roma surgen dos ideales de reforma: el de Caraffa, futuro Paulo IV (1555-1559), cercano a un rigorismo inquisitivo ajeno al cisma de Lutero, y el liberal de Contarini, personaje de intensa formación patrística y humanista, que propuso al papa Paulo III una reforma “en la cabeza y los miembros”. Negar la influencia en la Contrarreforma de la cuestión luterana era improcedente, pues las soluciones no serían del todo acertadas, tanto más si, como ocurrió, Lutero promovía una igualdad de todos los cristianos ante Dios, lo que desembocó en una centralización de la Iglesia, aún mayor si cabe, en la ciudad de Roma y en la reforma del clero regular y, por tanto, en la necesaria creación de nuevas órdenes religiosas que habrían de jugar un papel fundamental en la trasformación de la cultura y sociedad de la Contrarreforma.
Hasta la celebración del Imperio, se suceden numerosos hechos políticos en los que quedan claros los intereses de las diversas facciones, que en su mayoría tienen como protagonista al emperador Carlos V, inmerso en constantes presiones francesas y protestantes que contaban a menudo con el apoyo de Roma. El interés del emperador era celebrar el concilio bajo sus dominios (intentaba adquirir una via media entre el catolicismo y sus duques levantiscos) y, por lo demás, las dos interpretaciones del dogma eran ya irreconciliables.
Centralización en Roma, nuevos criterios educativos, generalización del latín y condena de los abusos podrían ser algunas de las consecuencias del Concilio de Trento, pero todo ello abordado, en contra de lo que algunos esperaban, desde un escolasticismo crítico con el humanismo y desde una censura de los debates teológicos. Pasamos, por tanto, de los excesos eclesiásticos anteriores a la nueva etapa que se abre para la Iglesia de Roma de excesos espirituales (esencia del Barroco). La Contrarreforma adquiere ahora su significado completo, puesto que se emplean los mecanismos existentes para hacer frente a la innovación. El norte y el sur evolucionan por caminos separados y, en infinidad de ocasiones durante la Edad Moderna, enfrentados, y las monarquías toman posición respecto a uno y otro modelo.

Por su parte, Alba ha empleado como material bibliográfico el libro coordinado por Teófanes Egido Los jesuitas en España y en el mundo hispánico.
Cuando hablamos sobre los jesuitas nos referimos a una orden religiosa fundada en París, llamada en realidad Compañía de Jesús. El nombre de jesuitas fue utilizado al principio en Alemania, para luego generalizarse (a veces incluso usado de modo despectivo). Su fundador principal fue un español, San Ignacio de Loyola (1491?-1556), de origen vasco, quien mientras estudiaba en París en el Colegio de Santa Bárbara, conoció a Pedro Fabro y a Francisco Javier, naciendo entre ellos una gran amistad. Unidos por la fe cristiana, pretendían viajar a Jerusalén para llevar allí la palabra de Dios. Cuatro años más tarde se unieron al grupo de amigos Diego Laínez, Simão Rodrigues, Alfonso Salmerón, y Nicolás de Bobadilla. Fueron estas siete personas las que dieron origen a la Compañía de Jesús, un día de Asunción de la Virgen (15 de agosto) del año 1534. Faltaba solo el reconocimiento desde Roma, que llegó gracias al Papa Pablo III por medio de una bula del 27 de septiembre de 1540, certificando el reconocimiento de la Compañía, a la que sumaron los franceses Claude Jay, Jean Codure y Paschase Broët. Ignacio de Loyola falleció en el año 1556, haciéndose cargo de las mil personas que componían la orden Diego Laínez como Padre General, título que detenta quien ejerce la dirección de la Compañía, cargo que perdura hasta su muerte, salvo que renuncie por alguna causa de extrema gravedad. El órgano máximo, sin embargo, es la Congregación General.
Vistas unas cuantas pinceladas históricas, adentrémonos en cuestiones puramente dogmáticas. Los preceptos que defienden son un servicio permanente por el sostenimiento y difusión de la fe cristiana y gozar de una vida espiritual en armonía con la vida cotidiana. Se someten a la voluntad de la Iglesia y de su máximo exponente: el Papa, para lo cual se preparan intelectualmente a través de estudios teológicos, de idiomas y humanísticos en general, con prácticas en distintos ámbitos comunitarios, y utilizando la educación como un medio evangelizador, para lo cual fundaron establecimientos educativos en todos los niveles.
Su manera de proceder los ha puesto en constante oposición a todo aquello que significara un ataque a la iglesia que defienden. No es de extrañar, por ello, que fueran acérrimos perseguidores del protestantismo y fieles defensores de la Contrarreforma, teniendo un papel importante en el Concilio de Trento, y el brazo que luchó para quitarles a los protestantes su influencia en vastas regiones de Alemania, Austria, Holanda, Hungría, Polonia y Bélgica. Fueron expulsados de Portugal, y las órdenes jesuitas disueltas en Francia, por Luis XIV, en 1763, y cuatro años después corrieron igual suerte en España, por la Pragmática Sanción de Carlos III, apropiándose el estado de sus bienes, que se suponían cuantiosos, pero que no fueron hallados.
La Compañía de Jesús destacó especialmente en el campo de la educación. En España, en vísperas de la expulsión, los jesuitas poseían 105 colegios y 12 seminarios; en Ultramar tenían 83 colegios y 19 seminarios más. La influencia jesuítica se extendió también en el campo universitario. De una parte fundaron una Universidad en Gandía en el siglo XVI por Francisco de Borja, duque de Gandía. En las demás universidades contaron, igualmente, con cátedras de teología suarista (así llamadas porque enseñaban el modelo teológico del jesuita Suárez). Su labor fue notable también en la Universidad literaria de Cervera.
A partir del siglo XVII la Compañía prácticamente monopolizaba la enseñanza secundaria (las escuelas de Gramática), imponiéndose sobre los conventos dominicos o las escuelas municipales. Estas escuelas proporcionaban conocimientos de la lengua latina, lo que adquiría una gran importancia si tenemos en cuenta que para efectuar el ingreso en una universidad era necesario superar una prueba de esta materia. Las causas del éxito jesuita en el campo de la enseñanza hay que buscarlas en la captación de las conciencias de las oligarquías municipales, así como en el hecho de impartir docencia de materias universitarias (Filosofía, Teología). De esta forma se preparaba a los alumnos fuera de las Universidades, para después someterse a examen en ellas y obtener así el grado con mayor facilidad en virtud de su mejor preparación.
La Compañía influyó por tanto en la sociedad española a través de la educación. No conformes con captar al estudiantado adolescente, ampliaron la oferta docente. No se limitaron a explicar la Gramática latina y las Humanidades (Historia, Geografía), sino que intentaron hacerse con la educación de las Escuelas de primeras letras. En la mayor parte de sus colegios se dedicaron también a la enseñanza de Artes y Teología. En Artes se incluía la Filosofía, y dentro de ésta se estudiaban las ciencias exactas, y entre ellas, las Matemáticas. En Teología, temas de moral.

Martín ha adquirido diversa información para profundizar sobre su definitiva tarea en el trabajo en los libros escritos sobre el Concilio de Trento por Hubert Jedin, Historia del Concilio de Trento (Volúmenes 2 y 3), cuyo contenido estaremos dispuestos a compartir entre todos la próxima semana. Además ha aportado una útil página de Internet en la que se recogen todas las actas firmadas en el Concilio (http://multimedios.org/docs/d000436/). Como formación complementaria al trabajo, pero que al fin y al cabo se enmarca dentro de la asignatura general de Historia Moderna Universal, ha asistido al "II Seminario Internacional. El mercado de capitales durante la Edad Moderna. Finanzas y deuda en Castilla y en los estados italianos desde un doble enfoque disciplinar", cuyos resúmenes se podrán encontrar en el link http://www.historiaeconomicamoderna.blogspot.com/.

Por último, Sara ha empleado el libro La Contrarreforma. Religión y sociedad en la Europa Moderna de Martin D. W. Jones.
Se considera que en la segunda mitad del siglo XVI se produjo una gran contradicción, en rasgos generales, entre la teoría y la praxis dentro del ámbito religioso católico. Un enorme sector de los obispos presentes en Trento buscaba la reforma moral y espiritual de los fieles, atendiendo también a una reforma interna que, como ya hemos tenido ocasión de ver, tan ansiada era desde un principio. Además, sabían que para ello necesitaban la rehabilitación de las estructuras diocesanas y parroquiales, es decir, el clero tendría que ser el instrumento que lo renovase todo. Con la llegada de los obispos franceses al concilio la situación cambió pues lo que buscaban era parar el avance de los calvinistas
Sin embargo, la reforma estaba vigilada de cerca por los fanáticos, más rigoristas y radicales, que estaban liderados por el cardenal Caraffa, quien se ha considerado fundador de la Inquisición romana. Su posterior etapa como sumo pontífice se caracterizó por la represión que esta institución se encargó de instaurar. Supuso una importante arma contra el protestantismo, los herejes y los llamados “alumbrados”. Algunos monarcas, como Felipe II, vieron en la Inquisición un medio a través del cual reforzar su dominio en el Estado y mantenerlo alejado de la heterodoxia. Es cierto que la corona y la Inquisición caminaron juntas durante mucho tiempo, pero este instrumento fue tan poderoso y se institucionalizó y generalizó a unos niveles tales que llegó un momento en que no pudo ser controlado por la propia monarquía que en un primer momento la había amparado (bien es cierto también que la Inquisición en España ya había sido impulsada definitivamente por los Reyes Católicos en el siglo XV).
Esta política religiosa adquirida por la monarquía española hizo que en gran parte de Europa se considerase la Inquisición como el símbolo de la represión hispánica. Ante esta visión es más fácil entender que en los inicios de la revuelta holandesa, que tanto desgastó a España, sólo el odio a esta institución, entre otros muchos factores, fue capaz de unir a católicos y protestantes.
Otro acontecimiento digno de mención fue la Paz de Augsburgo de 1555, tregua que permitió construir una paz notoria. Cierto es que Carlos V no pudo, pese a sus intentos conciliadores y gestiones diplomáticas, establecer una religión única. Por ello, se resolvió que los príncipes de los condados centroeuropeos eligiesen la religión pertinente para sus dominios, lo que les otorgaba un papel decisivo, pues algunos fueron impulsores de la Contrarreforma dentro de sus propios estados. También patrocinaron misiones con las cuales se afianzaba la vieja religión y se intentaba convertir a los súbditos protestantes que tenían dudas. En estas operaciones tuvieron importancia los jesuitas y capuchinos que se instalaron en Alemania, en sus principales ciudades y villas de población protestante o mixta, un claro intento de ganarse su confianza. Hay que mencionar, por otra parte, que en Alemania la Inquisición no se llegó a implantar de manera definitiva. En este sentido, por tanto, la tregua se había utilizado de forma muy eficaz para la religión católica.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Temario de clase. Días 30 de octubre y 5/6 de noviembre

Siendo esta semana José Manuel el observador del grupo “Contrarreforma”, así como el autor de esta entrada acerca del temario impartido en clase, continuamos con nuestra referencia a las características generales del sector primario de la Edad Moderna, centrándonos sobre todo en la ganadería, la silvicultura y las diversas estructuras agrarias europeas, para pasar posteriormente al análisis del sector industrial e iniciar el del sector terciario.

Siguiendo el relato de mi compañero Francisco sobre el sector primario, en el que quedaron claros los principales aspectos de la agricultura, toca ahora hablar de la ganadería. En general, el ganado ha sido siempre muy útil para la población campesina, puesto que es una fuente no solo alimenticia (proteínas esenciales para las duras jornadas), sino también de trabajo (la tracción animal constituía el trasporte de mercancías y personas esencial hasta la aparición del ferrocarril ya en el siglo XIX), de materias primas (pieles) y de abono (básico para las tierras en barbecho). Existió una unión estrecha entre la ganadería y la agricultura, aunque también encontramos una fuerte descompensación entre ambas. En concreto, en la Península Ibérica se vivió una dura pugna, al igual que en el resto de países europeos, en relación con el Honrado Concejo de la Mesta, institución castellana de ganaderos trashumantes (que velaban por sus intereses y por la ordenación del tránsito en las cañadas), que fue creada por Alfonso X en 1273 e impulsada definitivamente por los Reyes Católicos, conscientes de la importancia del ganado lanar castellano y su comercio con Europa. Los ánimos solo consiguieron calmarse en el siglo XVIII con la conocida como “revolución agrícola”, de la que Inglaterra fue pionera y de la que ya tendremos ocasión de profundizar.
Por su parte, la importancia de la silvicultura o explotación de los bosques y montes radica en que fue una actividad complementaria al resto de actividades agrarias, constituyendo un aporte extraordinario para las precarias economías domesticas campesinas. En los bosques se podía cazar, recolectar frutos silvestres e incluso cultivar en el supuesto de que las tierras boscosas fueran roturadas (con el consiguiente problema de la escasa productividad que ofrecían estos cultivos). La tala de árboles será esencial, pues, para el desarrollo de la agricultura, especialmente en el s. XVII, y de la posterior actividad industrial y comercial (hay que considerar que las fundiciones de hierro consumían cantidades abismales de madera, hecho que limitó en ocasiones la productividad, así como la industria naval), lo que incentivó la aparición de diversas oleadas de repoblación de coníferas, sobre todo en Alemania (1).
Para finalizar nuestro comentario sobre el sector primario, nombraremos las principales características de algunas de las diversas estructuras agrarias europeas durante la Edad Moderna(2):
• En los Países Bajos se dieron una serie de condiciones que hicieron de esta región en cierto modo la pionera en el sector agrario. Por un lado, existió un mayor equilibrio entre agricultura y ganadería y, además, se probaron nuevos cultivos (trébol, nabos, etc.) que ayudaron al desarrollo de la cría de ganados y, en general, a mejorar los rendimientos (como dato esclarecedor y a pesar de la escasez de los mismos, existió en la región de Frisia en 1570 un rebaño de vacas que dieron 1350 litros de leche, con los que pudieron hacerse 42 kilogramos de mantequilla y 28 quesos, estando la media general entre 450 y 650 litros por res)(3). Su necesidad de grano estaba cubierta, lo que explicaría que accediesen a innovar en actividades tan tradicionales como las agrarias. Holanda se convertirá en la abanderada de la tecnificación para la intensificación de la producción agraria gracias a la creación de los polders o diques artificiales sobre el mar. Por último, y para que quede constancia del éxito de la agricultura, cabe destacar que en los Países Bajos se produjo la primera burbuja financiera en torno al cultivo de los tulipanes en el siglo XVII, lo que evidencia el mayor dinamismo económico que tenía esta región septentrional de Europa respecto del resto de potencias contemporáneas.
• En Inglaterra, los cambios en la actividad agraria se vieron profundamente acelerados por la legislación y las aplicaciones técnicas de los cultivos. Se combinaban los sistemas infield-outfield (campos próximos-campos lejanos) con los de rotación de cultivos (hasta de cuatro hojas). Pese a las diferencias regionales, existió siempre una predisposición a reconocer el importante papel del sector agrario, lo que se tradujo en modernizaciones técnicas y productivas (ajustar la demanda a la oferta, canales de riego, intensificación de la producción, nuevos cultivos… por imitación de los Países Bajos) y una gran reforma de la tenencia de la tierra (evolución de los campos abiertos, open fields, con una actividad agraria extensiva y de bajos rendimientos asociada, a los campos cerrados o enclosures, que mejoraron la productividad y significaron una incipiente privatización de las mismas). Todo ello sentó las bases para la revolución agraria de mitad del XVIII, muy en relación con la “Revolución Industrial” del mismo siglo, que comienza aquí.
• En Francia se intentó imitar el modelo de las enclosures ingles, pero ello fracasó ante la importancia que siguieron teniendo los terratenientes. Existieron, por otro lado, diferencias entre el norte (de mayor tradición ganadera, por la cercanía con los Países Bajos) y el sur (más agrícola). No obstante, es de destacar la importancia que el sector primario ha tenido siempre en el país galo, incluso ya en los siglos más recientes, combinándose a la perfección con el auge del sector industrial.
• El empeoramiento de las condiciones climáticas y económicas del XVII va a llevar a que en Europa oriental aumenten de nuevo, siguiendo el hilo de la época medieval, las relaciones personales entre campesinos y señores, lo que se conoce como la “segunda servidumbre de la gleba”. En este sentido, podemos decir que el río Elba vendría a ser a frontera entre el feudalismo endémico oriental y la nueva estructura económica occidental. Además, hemos de destacar a Polonia como país esencial en la explotación del cereal y abastecedor de gran parte de la demanda europea, lo que le granjeó el apodo de “granero” del continente.

Pasemos ya a iniciar nuestro recorrido por el sector secundario o industrial, que, a pesar del desarrollo de la agricultura, adquirió bastante relevancia a lo largo de la Edad Moderna.
La industria artesanal y manufacturera va a incrementar la producción dentro de la herencia de los gremios medievales, asociaciones de trabajadores artesanales que se caracterizaban por regular todas y cada una de las fases de producción y venta de los productos manufacturados (las materias primas, los objetos a producir, la cantidad producida, el precio de venta al público, las horas de trabajo, el salario de los trabajadores, etc.). Este fuerte intervencionismo se completaba con un marcado hermetismo respecto del exterior, carácter exclusivista que se refleja en la situación de los gremios en calles diferenciadas dentro de los burgos (herencia que nos ha llegado hasta la actualidad) y una fuerte jerarquización interna (aprendiz → oficial → maestro), lo que va a contribuir sin duda a una mala adaptación de los gremios a las fluctuaciones de la economía. No se regían, pues, por la ley de la oferta y la demanda, lo que implicaba una producción a pequeña escala, sin orientación al consumo masivo (pero sí inmediato).
No obstante, se está empezando a pensar recientemente que los gremios no significaron tanta inmovilidad y retraso para la sociedad, visión negativa que nos ha llegado tras la propagación de los Estado nación del siglo XIX, momento en el que los gremios eran instituciones que quedaban al margen del mercado común que se intentaba instaurar en la Europa de entonces. Algunos de las características tenidas en cuenta para considerar a los gremios asociaciones más dinámicas son la fiscalidad, el trabajo a domicilio que realizaron (que será explicado posteriormente) o el carácter asistencial de la institución (bastante innovadora para la fecha, puesto que la familia de un artesano difunto era provista de una importante dotación económica que contribuía a su mantenimiento hasta que la descendencia ocupara el puesto dejado).
Paralelamente a los gremios, en la Edad Moderna se fueron creando las primeras fábricas, que suponen una concentración de la mano de obra en un mismo recinto, lo que implica sin duda una jerarquización y organización interna y una especialización de los trabajadores. El empresario va a comenzar a manejar todo el capital necesario, tanto para el producto como para costear los medios requeridos en la producción. Es innegable que para que existiese una mayor producción hubieron de ampliarse los mercados y la demanda (de hecho así fue, dado el salto ultramarino de las colonias y al incremento de la demanda interna)(4). No existieron, por tanto, grandes innovaciones tecnológicas (para ello habremos de esperar a finales de la Edad Moderna), sino diversos adelantos técnicos e incipiente especialización del trabajo(5). A pesar de que estos intentos fueron puntuales (no podemos hablar aún de industria a gran escala) y casi siempre incentivados desde el propio Estado, se estaba preparando el camino para la industrialización característica del siglo XVIII, que tuvo a Inglaterra como pionera en el continente europeo.
Algunos de los sectores más desarrollados fueron los Altos Hornos, que incrementaron la producción y transformación del hierro en el XVI y, por tanto, la explotación minera (a lo que contribuyen también las nuevas técnicas de extracción, como la amalgama). El hierro era un mineral no sujeto a las condiciones de las coronas, sino que se caracterizó por pertenecer al amo de la tierra, lo que acabó frecuentemente en la creación de cooperativas y sociedades de mayor inversión en capital, como la Gemein Gesellshaft (Amberg, 1464) o la Hauptgewerkschaft (Innerberg, 1625, que ya combinaba la minería con la transformación y las ventas a consumidores finales, especialmente talleres artesanales, lo que implicaba ya especialización en actividades diversas)(6). Destacó también la industria lanera, especialmente la española, fruto del desarrollo de dicho ganado en la Península, materia prima muy asociada a la Real Fábrica de Tapices o la ebanistería y la vidriería, básicas para la construcción; etc.
Ya hemos apuntado algunos ejemplos de industrias características, pero de entre todas va destacar la importancia del textil. El incremento específico de este tipo de manufacturas se debió al aumento demográfico del s. XVI, a que son productos de demanda constante y necesaria (el textil tiene una demanda inelástica, es decir, que la variación en el precio de un bien textil determinado apenas afecta a la variación de la cantidad demandada de ese bien, de forma que queda manifiesta la rigidez de su demanda, en contraposición a la demanda elástica, en la que una variación del precio sí que modifica la demanda de un bien)(7), a que existieron cambios en las modas de la vestimenta de la nobleza (que puede sufragar los gastos de la misma debido a la mayor cantidad de metales preciosos en circulación), a que aparecen nuevas materias primas (el mejor ejemplo de ello es Inglaterra, donde la lana va a ir siendo sustituida progresivamente por el algodón, más económico y fácil de trabajar, procedente de las colonias norteamericanas), a que se descubrieran nuevas formas de tintura de telas (con pigmentos animales como la cochinilla o vegetales como la orchilla)… Todo este conjunto de factores explicó que la industria textil se situara como una oferta diversificada, es decir, se adaptó en calidad y precio a los diversos poderes adquisitivos de la población (bajos en el Estado llano y más altos entre los más privilegiados). En este contexto, aparecen nuevos productos textiles, como la new drapperie (estambrados y paños) de comercialización en Gran Bretaña y Francia.
Muy ligado a este sector, se va a desarrollar un nuevo sistema de producción a domicilio, el conocido como domestic system, que ha sido considerado como una manifestación de protoindustria, que contribuiría a largo plazo al afianzamiento del sector secundario. El funcionamiento era muy sencillo: un mercader que debía satisfacer una determinada demanda compraba las materias primas, que eran transformadas en productos semielaborados o elaborados por artesanos o campesinos del medio rural a cambio de una cierta cantidad de dinero (complemento bastante atractivo para las economías domésticas), y luego devueltos a los comerciantes para proceder a su venta. La existencia de estas actividades, consistentes en hilar o tejer, era más común en aquellas regiones con especialidad en la ganadería (Bélgica, Suiza o Inglaterra) y empleaban a todas las generaciones de la familia(8). La consecuencia derivada directamente de este sistema es el aumento del intercambio y la acumulación del capital, que se comienza a invertir en otras actividades industriales complementarias, algo básico para los desarrollos económicos e industriales del siglo XVIII.

Por último, pasamos ya a introducir algunas cuestiones esenciales acerca del sector terciario europeo, en el que la actividad principal la constituye el comercio, ampliamente desarrollado en la Edad Moderna; un comercio desarrollado en una doble vertiente interior (debido a la concentración del mercado regional, la costumbre cada vez más generalizada de pagar con dinero, el crecimiento de las ciudades y de la demanda, etc.) y exterior (el de mayor repercusión social, puesto que es el causante de la interrelación de los estados y la eliminación de fronteras, y, por tanto, del capitalismo, así como del nacimiento de desigualdades regionales y sociales, al ser controlado por los grupos más privilegiados de algunas potencias y sobre las que la precariedad o desarrollo de los trasportes tuvo mucho que ver)(9).
Es preciso hacer una división entre las instituciones que se encargaron de controlar el comercio europeo en los siglos de la Edad Moderna: redes y compañías. Por un lado, existieron redes comerciales, estructuras informales y fundamentadas en las relaciones personales de familia, en la amistad, en el prestigio (crédito) o en la religión (destacan los Fugger o los Welser). Por ello, eran sociedades reguladas por la “confianza” establecida entre sus miembros, en la que la religión podía jugar un papel fundamental (véase como un choque de dogmas entre una misma familia repartida en dos naciones diferentes podía cercenar los lazos establecidos, con las consiguientes repercusiones en el comercio y la sociedad).
Por otro lado, encontramos las compañías o estructuras capitalistas formales y estatales, que solían estar apuntaladas sobre uniones comerciales establecidas previamente por las redes, eso sí, siempre de carácter transoceánico. Su poder e influencia era, en algunos casos, extraordinario, dados los inmensos contingentes asociados en materia económica, militar o naval (son consideradas muchas veces como “estados dentro de los estados”). Como se verá, el liderazgo en esta materia lo van a constituir Castilla, Gran Bretaña y Holanda, que desarrollaron un potente contingente comercial en torno al Atlántico.
Así, encontramos la fundación en 1503 de la Casa de la Contratación de Sevilla, encargada del “trato y contrato” con las recientes tierras descubiertas, que pretendió monopolizar para la corona (algo que consiguió en las ingentes cantidades de mercancías, no así en las inversiones efectuadas, ya que participó el capital externo, como el genovés). Sevilla fue la ciudad elegida por su situación interior dentro del territorio, ya que permitía conectar directamente con el océano a la vez que la flota quedaba bien resguardada. Asociada a la misma se estableció la Carrera de Indias, sistema de transporte transoceánico creado específicamente para el comercio con América, que incluía el desarrollo de barcos específicos y toda una red de funcionarios encargados de supervisar la profesionalidad y formación de los pilotos (cargo de Piloto Mayor que desempeñó Americo Vespucio). La Casa de la Contratación también se encargó de otras funciones científicas y fiscales (10).
Como una prolongación del comercio americano hacia oriente, se estableció con Filipinas en el mismo siglo el Galeón de Manila. Tras la conquista de estas islas, su gobierno quedó supeditado al Virreinato de Nueva España, con sede en Méjico, y desde Acapulco partían los barcos que comunicaban Filipinas con el Nuevo Mundo y, por extensión, con el Viejo. Tal era la riqueza de los recursos de estas islas que, de forma incesante, el imperio español hubo de hacer frente a las pretensiones expansivas de otros países europeos como Holanda (11).
Otras compañías capitalistas de no menor repercusión fueron los Merchant Adventurers ingleses, que ejercían el monopolio pañero inglés y que contaba con más de 7000 miembros en 1550; la Compañía Inglesa de las Indias y la de Levante (1581), también inglesas; y las Compañías de las Indias Occidentales y Orientales (1602) fundadas en Holanda por la burguesía incipiente con el objetivo de competir con el comercio portugués y castellano (12).
Los otros tres ejes fundamentales en torno a los que se articuló el comercio fueron(13):
Mediterráneo: el comercio marítimo en esta zona tenía una tradición histórica muy dilatada desde la Antigüedad. En la Edad Moderna, destaca el hecho de que las barreras que la religión imponía (Occidente cristiano y Oriente musulmán) eran franqueadas por el comercio marítimo; por lo que la zona italiana septentrional fue el nexo esencial de unión entre ambos mundos (Génova, Venecia…), sin desdeñar otros puertos comerciales en Francia (Marsella), España (Barcelona o Alicante) o el norte de África (de hecho, el comercio con la Berbería se está considerando en la actualidad bastante más prolífico de lo imaginado). Las mercaderías esenciales eran tan variadas como muestra el comercio de alimentos mediterráneos, tejidos, armas, jabones, papel… La creciente dependencia a lo largo de la segunda mitad del XVI del mundo exterior evidencian que el Mediterráneo perdió dinamismo comercial y económico a favor de la Europa atlántica.
Europa central: el comercio continental en esta zona siempre se vio afectado por la mala calidad de las vías de transporte, lo que no impidió el establecimiento de contactos comerciales en torno a la extracción de metales, esencialmente.
El Báltico: en esta zona, denominada a menudo el “Mediterráneo en miniatura”, existió una rivalidad entre los Países Bajos y la Hansa (confederación de ciudades del norte de Alemania y de otras urbes en la que existían comunidades de comerciantes de dicha nacionalidad), que se resolvió a favor de los primeros. Los Países Bajos no solo controlaron el comercio marítimo en el Báltico (nexo de unión entre la Europa septentrional y la atlántica), sino el continental (especialmente con Italia). A ello contribuyeron sobremanera aspectos como el desarrollo de una innovadora flota (fluyt, imitada por Gran Bretaña, muy maniobrable y que permitía una mayor capacidad de carga y reducir los costes) y la aparición de la primera bolsa de valores en 1602 (creada en Ámsterdam por la Compañía de las Indias Orientales).

NOTAS
1 CIPOLLA, C.M. (Ed.): Historia Económica de Europa (2). Siglos XVI y XVII, Ariel, 1979; págs. 198, 202
2 Ibídem, págs. 238-260
3 Ibídem, pág. 196
4 Ibídem, pág. 203
5 Ibídem, págs. 207-208
6 Ibídem, pág. 199-200
7 http://www.gestiopolis.com/recursos/experto/catsexp/pagans/eco/16/tipodemanda.htm
8 CIPOLLA, C.M. (Ed.): Historia económica… op.cit.; pág. 198
9 VAN DÜLMEN, R.: Los inicios de Europa Moderna, Siglo XXI, 2002; págs. 55-56
10 CIUDAD RUIZ, A.; LUCENA SALMORAL, M. y otros: Manual de Historia Universal. Volumen 10: Historia de América, Historia 16, 1992; págs. 180-181
11 Ibídem, págs. 315-316
12 VAN DÜLMEN, R.: Los inicios… op.cit.; pág. 69
13 CIPOLLA, C.M. (Ed.): Historia económica… op.cit.; págs. 339-346