miércoles, 18 de noviembre de 2009

En la reunión de esta semana hemos reunido la siguiente información.

Francisco Serrano.
Erasmo de Rotterdam. Nació en Geert Geerstee en 1466 o 1469. A partir de 1490 es ordenado sacerdote, después estudió en la universidad de Paris, donde el Renacimiento actuaba con gran fuerza.
Viajó a Londres entre 1499 y 1500, allí conoció a John Colet que marcó profundamente su forma de pensar. Empezó a dietar una cátedra como profesor titular de Teología en la universidad de Cambridge en Inglaterra donde conoció a santo Tomás Moro, John Colet y Linacre.
1506-1509. Viaje a Italia donde trabajo en una imprenta declinando otros puestos de mayor importancia, sus ideas pronto se extendieron por toda Italia.
Durante su enseñanza pierde el cariño a la Iglesia Católica y además adquiere un rechazo contra cualquier autoridad.
Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido mal interpretadas con frecuencia. Erasmo estaba de acuerdo con la doctrina católica y con la forma organización de la Iglesia los que le molestaban eran otras situaciones. El quería utilizar su formación universitaria y su capacidad de transmitir ideas para aclarar las doctrinas católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Se creyó en la obligación de liberar a la Iglesia de la parálisis a la que estaba sometida.
Enchiriridion Militis Christiani (Manual del Soldado Cristiano”)
Fue su primera obra de imprenta fue en 1503.
En 1516 pública una nueva edición del Antiguo Testamento, después de esto escribe Paráfrisis del Nuevo Testamento, pone al alcance que sepa leer los contenidos de los Evangelios.
Pero estas publicaciones le pondrían en un aprieto cuando Lutero declaró que la Biblia Traducida y Erasmo le habían abierto un nuevo horizonte. Pero Erasmo se negó a tomar partido tanto en el bando católico como en el protestante. Dijo que sus ataques nunca se habían dirigido contra la Iglesia Católica sino contra los que vendían el paraíso y cometían simonía.
El humanismo Cristiano
En tiempos de los Reyes Católicos destacan: el Cardenal Jiménez de Cisneros y el Cardenal Mendoza. Los dos tuvieron gran importancia en la corte. Reforma del clero secular y regular.
Secular: homilía, dominical y confesión frecuente.
Regular: observancia estricta, especialmente en las órdenes mendicantes.
Declaró la guerra a la ignorancia religiosa.
Mendoza escribió un catecismo para promover el conocimiento religioso.
Se fundaron numerosos colegios y universidades. Como la universidad de Alcalá fundada por Cisneros. En ella se creo una cátedra de filosofía tomista, otra de teología escotista y las cátedras de hebreo y griego. Para su fundación Cisneros llamó a estudiosos de Salamanca y Paris, incluso a Erasmo para crear un texto fiel al de la Sagrada Escritura:
Traducción de la Sagrada Escritura, “La Vulgata”
De acuerdo por sus directrices fue llamado La poliglota Complutense.
Primero se edito el texto del Nuevo Testamento y luego también se edito el texto del Antiguo Testamento. Estos textos no vieron la luz hasta después de su muerte.
También se pensaba editar a Aristóteles en griego y en latín.
Cisneros fue considerado el gran mecenas del humanismo cristiano en España. EN sus trabajos tiene mucha importancia Nebrija. Tras la muerte de Fernando el Católico, Cisneros asumió la regencia de Castilla. Se negó a que se predicase en España la indulgencia para la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma que luego en Alemania ocasionaría la protesta luterana. Murió en Roa cuando iba a recibir a Carlos V. De su personalidad destaca su carácter humilde pues aunque llevaba ricas ropas siempre debajo guardaba el hábito franciscano.
Lucha para impedir los abusos que los católicos hacían de las ideas cristianas pero no para impedir las ideas mismas.
Los últimos años de su vida los pasos acosados tanto por católicos como por protestantes. Sus últimas obras son “Eclesiastés” y “Preparación para la muerte”

Martín
El Concilio de Trento podría dividirse en tres etapas, la primera de ellas durante el papado de Pablo III (1545- 1549); la segunda, durante la época de Julio III (1551- 1552); y por último, el papado de Pío (1562-1563).

La primera de las sesiones estaría integrada por los tres cardenales legados (del Monte, Marcelo Cervini y, Reginaldo Pole); el cardenal Madruzo, obispo de Trento; cuatro arzobispos (un francés entre ellos, Antonio Filholi de Aiz-en- Provence) y veintiún obispos (sólo un francés, Claudio de la Guische, obispo de Agde). Además de cinco generales de órdenes, un auditor de la Rota, el promotor del Concilio, Servelori; cuarenta y dos teólogos menores (dominicos, frailes menores, conventuales, agustinos, carmelitas, servitas); y ocho doctores seculares en derecho canónico y civil y, siete nobles y barones.

El 29 de diciembre de 1545, del Monte hizo que se decidieran dos cosas, por un lado, solamente los obispos y generales de órdenes tendrían voto deliberativo, y por otro lado, los tres abades mitrados presentes en el Concilio, tendrían un voto colectivo como representantes colectivos (4 de enero).
Angel Massarelli sería nombrado secretario general del Concilio, que hasta entonces había sido secretario privado del cardenal Cervini.

En un principio en el Concilio habría dos clases de reuniones, las “congregaciones generales”, cuyo fin era el estudio de las cuestiones; y las “sesiones solemnes”, es decir, la votación de las mismas cuestiones. Y a partir del 10 de mayo de 1546, el plan de trabajo estaba formado primeramente, por una discusión de los temas propuestos por los legados, en “congregaciones particulares”, entre teólogos y canonistas menores, y en presencia de los Padres; en segundo lugar, habría una nueva discusión en una “congregación general” entre los propios Padres; y por último, se produciría la definición en una “sesión solemne”.

Los temas a tratar en el Concilio llevaron al enfrentamiento de las dos figuras de la cristiandad de la época, el Papa y el Emperador, se producía así una disputa entre el dogma y la disciplina, doctrina y derecho canónico, reforma teológica y reforma moral… Todo ello se verá reflejado el 22 de enero con unas declaraciones del obispo de Feltre, Tomás Campeggio, “Uno no sabría decir si las malas costumbres y los abusos proceden de una mala doctrina o, ala inversa, es la mala doctrina la que procede de las costumbres disolutas”.
Finalmente, el Papa aceptará la decisión del 22 de enero, referente al orden de materias del Concilio, siempre y cuando las cuestiones concernientes a la fe adquieran siempre prioridad absoluta.

Alba Prieto.
La Compañía de Jesús es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica fundada por San Ignacio de Loyola en 1540 (aprobada por el Papa Paulo III). San Ignacio fundó este instituto en París, junto con otros compañeros, y legó a la Iglesia una herramienta fundamental: los Ejercicios Espirituales. No en vano, en 1922, el Papa Pío XI nombró a San Ignacio de Loyola patrono oficial de los Ejercicios Espirituales.
Los jesuitas.
El protestantismo obligó a la Iglesia Católica a que definiera nuevamente su teología, a que se reorganizara como iglesia y a que evaluara de nuevo sus métodos de acción. Los jesuitas, fruto del catolicismo español, fueron el instrumento más activo en la Contrarreforma. Los católicos habían desarrollado un tremendo fanatismo religioso y patriótico en su lucha contra los moros. En el siglo XVI España se había convertido en la nación más importante del mundo, y la realeza española procuraba establecer su absolutismo en política y en religión.
Ignacio de Loyola (1491-1556) fue especial y eficazmente activo en la prosecución de esta última meta. El fundador de la orden de los jesuitas comenzó como soldado. Fue herido en 1521 en la batalla de Pamplona, abandonó la carrera militar, decidió convertirse en un soldado consagrado al papa y especializarse en la eliminación de los enemigos de la iglesia.
Después de experimentar la angustia de luchas internas, ofreció sus servicios al papa para propagar la fe católica y reprimir la herejía. Fundó la Compañía de Jesús en Montmartre, París, en 1534. Esto fue aprobado por el papa Pablo III, en 1540, mediante la bula Regimini militantis Ecclesiae. Los jesuitas pronuncian los votos monásticos acostumbrados, y además hacen un voto particular de obediencia al papa. La orden fue fundada sobre el principio de una completa renuncia al juicio individual y la aceptación de una disciplina militar. Loyola escribió un tratado, Ejercicios espirituales, en el que indica cómo la voluntad del individuo puede y debe someterse y cómo cada persona debería someterse completamente a la voluntad de su superior, el cual personifica a Cristo.
Este principio se opone a la idea protestante de que el individuo sólo debe obedecer a su conciencia iluminada por las Escrituras, que son la autoridad suprema en materia de fe.
Los jesuitas pudieron restaurar la confianza de los católicos alemanes. Se infiltraban en las escuelas y tomaban la iniciativa en todas las empresas importantes. También influían en los estadistas mediante un oportunismo maquiavélico y fomentaban la idea de la reserva mental. Deben ser considerados como instigadores de muchas acciones contra los protestantes, como la matanza de San Bartolomé y también las grandes crisis de Alemania que culminaron con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Los jesuitas demostraron ser una milicia que hizo posible que la Iglesia aplicara sus métodos de autoridad absoluta y centralizada todo su poder en el papado.

Sara Martínez.
El movimiento de reforma católica fue intensificado tras el protestantismo y organizado por el concilio de Trento, gracias a los pontífices romanos que siguieron al concilio son San Pío V, Gregorio XIII y Sixto V.
San Pío V (1566-1572). Era conocido por su ascetismo y su celo por la fe católica frente a las nuevas corrientes ideológicas, según lo había dado a conocer con su labor inquisitorial.
Decidió poner en practica la reforma tridentina empezando por si mismo dando el más vivo ejemplo de austeridad y espíritu religioso. Desterró por completo el nepotismo, dejando a sus parientes en el estado sencillo en el que se encontraban, y solo consintió la elevación del cardenalato a uno de sus nepotes.
Desde el principio tuvo cuidado por los pobres, entre los cuales distribuyo las gruesas sumas que los otros papas derrochaban en banquetes. También inició grandes obras públicas para mantener ocupados a los trabajadores y mejorar las condiciones de la basílica de San Pedro y se repararon los acueductos de la fuente de Trevi.
Pero donde más empeño puso fue en el mejoramiento espiritual en la reforma de las costumbres. Intento reprimir la usura, con lo que acabo relegando a los judíos a ghettos y estableció montes de piedad.
Con el nombramiento de nuevos cardenales y obispos que destacaban por sus cualidades morales inició un cambió benéfico, pues algunos cardenales y prelados se consideraban príncipes y no reformadores religiosos.
Otras disposiciones fueron el urgir la residencia de prelados, en segundo lugar restringir en los cardenales el derecho de enmiendas de iglesias, monasterios y prebendas, y en príncipes, el de presentación de prelaturas. En tercer lugar y con la oposición de muchos la publicación de una bula en la que renovaban todas las censuras reservadas a la Santa Sede.
Su acción contra el protestantismo supuso un dique de contención. En Alemania consiguió en la dieta de Augsburgo de 1566 fueran admitidos oficialmente los decretos tridentinos, obtuvo un franco predominio en la región bávara, que fue en adelante el mejor sostén en la restauración católica.
Mientras en España e Italia se sirvió del instrumento inquisitorial con grandes éxitos, pues acabo con los focos del protestantismo en el norte de Italia y en la Península Ibérica gracias al apoyo de los príncipes.
El punto más brillante es su lucha contra los turcos, la cual le dio la victoria de Lepanto gracias a la unión de la Santa Liga formada por el papa, Venecia y España.
Gregorio XIII (1572-1585). Para continuar con la labor de su antecesor se rodeo de hombres eminentes en virtud y letras, se apoyo en la Compañía de Jesús, selecciono cuidadosamente los prelados que colocaba al frente de las diócesis. Estableció colegios en Roma y Alemania para que formaran destacados obispos, arzobispos, cardenales e incluso un papa. Gregorio también intento formar la Santa Liga sin embargo no tuvo éxito. De hecho Gregorio se dedico a fortalecer las comunidades cristianas en los países donde no se le permitió volver a instaurar el catolicismo, también intento realizar una cruzada contra los turcos pero no consiguió el apoyo de los príncipes, lo cual le volvió a suceder al intentar luchar contra Isabel de Inglaterra. Por último mando una embajada a Rusia y aunque al principio parecía muy prometedor no consiguió nada.
Donde tuvo un éxito claro fue en la reforma interna de las antiguas órdenes religiosas renovadas y rejuvenecidazas trabajaban incansablemente en la reforma eclesiástica. La misma renovación científica se advertía en las universidades y otros centros de estudio.
Sixto V (1585-1590). Su obra tiene tres aspectos fundamentales: el restablecimiento del orden y de la situación económica de los Estados pontificios, la reforma católica conforme a los decretos tridentinos y la defensa de la fe contra los enemigos que la amenazaban. En cuestión de poco tiempo persiguió a maleantes y bandidos, tomo medidas económicas eficaces y creo un nuevo tesoro para casos de extrema necesidad.
Introdujo una nueva reglamentación en el colegio cardenalicio, fijó en setenta el número de cardenales y dio disposiciones para impedir la entrada de miembros indignos y estableció quince congregaciones de cardenales para el despacho de los diversos asuntos de la curia.
En la Política Sixto se decanto a centrarse en Inglaterra, España y Francia. Intento mantener una política de equilibrio entre Francia y España por este motivo al principio apoyo a España aunque posteriormente celoso del poder y la dirección que estaba Tomando Felipe II apoyo a Enrique de Navarra, cuya conversión al catolicismo favoreció y preparó. Con lo que respecta a Inglaterra intentaba restablecer el catolicismo pero al ver que la reina Isabel no se iba a convertir al catolicismo apoyo a la invasión de Felipe II, aunque finalmente siguió una política indecisa.
En su lucha de la fe hay que mencionar que en el centro de Europa las fuerzas católicas habían logrado extraordinarios triunfos, este periodo de avance positivo se mantuvo hasta la paz de Westfalia en 1648.

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